Sus dedos jugueteaban entre ellos a la espera de una respuesta por parte de Taehyung. Pero ésta nunca llegó. Astrid no volvió a preguntar, sabía que no hacía falta, él la había escuchado alto y claro y si no contestaba era porque no quería. Dejó el cubo de colores, ahora mezclados, encima de la cómoda y se acercó a ella tranquilamente, sin prisas. Se sentó en el borde de la cama cerca de Astrid. Ella tuvo el impulso de alejarse de él, pero no lo hizo porque hubiera sido demasiado cantoso y no sabía como reaccionaría él ante eso.
— Si te soy sincero no se que hago aquí.
Astrid quiso responderle con alguna de sus frases sarcásticas. Es decir, qué clase de persona va a la habitación de la marginada del instituto en mitad de una fiesta y no sabe por qué. Eso le llevó a pensar que quizá había bebido y era el alcohol el que le hacía actuar. Pero al hablar y al moverse se le veía bastante normal, y tampoco olía a alcohol con lo cual descartó esa posibilidad.
— Habla. —inquirió él.
— ¿Qué? —Preguntó confusa.
— Di lo que sea que estás pensando.
Se mordió la lengua con rabia. ¿Cómo podía saber que estaba pensando cosas que le quería decir? ¿Tan evidente era? Prefirió hacerse la tonta.
— No estoy pensando nada.
— No me mientas —su expresión se volvió dura y su voz no dejaba lugar a bromas—. No me gusta que me oculten cosas. Si quieres decir algo hazlo. No lo ocultes o me obligarás a sacártelo a la fuerza.
Ella se encogió un poco ante sus palabras. ¿Decir lo que pensaba? Ese era un lujo que por desgracia Astrid llevaba mucho tiempo sin poder permitirse. Sin embargo la voz de Taehyung no dejaba lugar a dudas. Le estaba pidiendo, no, más bien le estaba exigiendo sinceridad en ese preciso instante. Y quizá fuera por la falta de sueño o porque la había asustado un poco el tono amenazador con el que la había hablado que le hizo caso.
— No estoy de acuerdo con tu respuesta —soltó ella de golpe.
— Explícate.
— Soy la chica rara a la que todo el mundo hace el vacío y tú eres Kim Taehyung, el misterioso chico nuevo que parece odiar a todos los estudiantes del instituto y ahora te plantas en una de las mejores fiestas que organizan los mas populares del instituto y en vez de estar abajo con la gente normal divirtiéndote estas aqui en mi cuarto. ¿Y dices que no sabes porqué estas aquí? Eso no hay quien se lo crea.
Nada más terminar cogió aire para reponer el que había perdido al soltar todo aquello de carrerilla y sin pausas. Él la miró con los ojos muy abiertos, claramente sorprendido por su respuesta. Quería sinceridad, pues ahí la tenía.
— Guau.
Fue lo único que dijo.
— Tú me has pedido sinceridad. Yo también la quiero.
Sacó su lengua y se humedeció los labios mientras parecía pensativo.
— He venido porque me apetecía verte —dijo con una simpleza devastadora.
— ¿Por qué?
Se encogió de hombros.
— Lo lógico sería que estuvieras en la fiesta.
— ¿Acaso ves que esté abajo? —Ella negó— Exacto. Estoy aquí porque me apetece estar aquí. Si quisiera estar en la fiesta estaría en ella.
— Pero ¿por qué?
— Tú misma lo has dicho. Me cae mal toda esa panda de niñatos.
— ¿Panda de niñatos?
— Es lo que son. Y a cual mas tonto.
Astrid se rascó la cabeza.
— ¿Tú cuantos años tienes? —preguntó la chica.
— Veinte.
Guau. Veinte años. Veinte primaveras con sus veinte inviernos. Una risita se le escapó de los labios. Fue mínima, pero lo suficiente para que él la escuchase.
— ¿De qué te ríes?
— De nada, de nada.
— Dímelo —exigió.
— Solo me preguntaba si no eres un poco mayor para estar en el instituto.
Taehyung la miró con los ojos entrecerrados fulminándola con la mirada. Al parecer no le había hecho tanta gracia como a ella.
— Nunca se me ha dado bien estudiar.
— Osea que has repetido varios cursos ¿no?
— No exactamente.
Quiso replicar, pero el tono que usó no incitaba a continuar hablando. Había zanjado el tema. Pasaron varios minutos en los que ambos permanecieron callados envueltos en un silencio bastante incómodo. Solo se escuchaba la música de fondo. Astrid miró el reloj y ya eran más de las dos de la madrugada. ¿Cuánto más duraría esa fiesta del demonio? Estaba realmente cansada. Tanto que empezaban a cerrarse sus ojos capaz de dormirse incluso con aquel jaleo.
— Ahora eres tú la que sigue sin responder.
Giró su cabeza en dirección a la ventana justo al lado opuesto a Taehyung. Entonces ocurrió algo que no esperaba. Sus tripas rugieron como si no hubiera mañana en protesta por la falta de comida. Sus mejillas se cubrieron por una fina capa de color escarlata. Tae la miró divertido alzando una ceja.
— ¿Acaso tienes hambre?
— Que va —pero sus tripas volvieron a rugir.
— Pues al parecer tu estómago discrepa —ella puso los ojos en blanco—. ¿Por qué no vas a por comida?
— Nunca salgo de mi cuarto cuando hay fiestas. Me encierro aquí desde que empieza hasta que termina —explicó—. Y se me ha olvidado coger algo para cenar.
— No tienes remedio —dijo negando repetidas veces.
— Oh déjame en paz. Eres tú el que ha venido a molestarme. ¿Por qué no te vas con Ruth? Seguro que disfruta más de tu compañía.
Taehyung puso una expresión seria y ella quiso retirar lo que acababa de decir. O al menos haberlo dicho de un modo menos borde. No sabía por qué le había contestado así, quizá fuera el cansancio que empezaba a hacer mella en la chica.
No supo cómo reaccionar cuando el chico se levantó de la cama y se marchó del cuarto sin decir ni una palabra. Se podría decir que ella le había invitado elegantemente a que se fuese y eso había hecho. Miró los libros que aún seguían frente a ella en la cama. Ya no tenía ganas de seguir estudiando así que los tiró al suelo para poder tumbarse mejor en la cama. Apagó la luz. Y antes de darse cuenta se había quedado profundamente dormida.Si había algo que le gustaba a Astrid era poder despertarse tan tarde como quisiera. Para ella dormir era uno de los mayores placeres de la vida y lo aprovechaba al máximo los fines de semana. Pero nunca se había despertado y se había encontrado justo en la mesita de noche junto a la lámpara un plato con un trozo de pizza (que ya estaba más helado que un esquimal). Se quedó perpleja ante aquello. Intentó hacer memoria y decenas de flashbacks llegaron a su mente recordando la noche anterior. Junto a la pizza había un trozo de papel mal doblado que dejaba ver que tenía algo escrito. Astrid no lo pensó mucho e inmediatamente lo cogió para leerlo.

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No fucking limits.
De TodoY entonces te haces una pregunta... ¿Para qué vivo? Sin metas, sin sueños, sin vida. Tan solo con la única esperanza de salir de ese agujero infesto en el que se encontraba estancada desde hacía años. Hasta que aparece alguien que te ofrece una vi...