7

48 4 0
                                    

Los pasos de Astrid eran ligeros y un poco apresurados. El horario escolar había llegado a su fin y solo quería llegar a casa y tumbarse. Al salir a la calle, en mitad del patio del instituto, Ruth tenía acorralado a Taehyung quien miraba hacia otro lado con cara de aburrido.
De un momento a otro Astrid dejó de sentir el suelo bajo sus pies y quedó suspendida en el aire para caer seguidamente al suelo. Alguien que no fue capaz de identificar, puesto que no había estado prestando atención, le había hecho la zancadilla y ahí estaba ella, tirada en el suelo siendo la mofa del instituto mientras miraba con impotencia todas las hojas de su clasificador desparramadas por el suelo.
Aquello no pasó desapercibido para Taehyung quien ahora tenía toda su atención centrada en ella, que había comenzado a recoger las hojas del suelo.

— ¡Taehyung! —se quejó Ruth como una niña pequeña— ¡Hazme caso! ¿Donde te metiste el viernes? Te estuve buscando toda la noche —hizo un puchero intentando parecer adorable. A él solo le pareció ridículo.

— Ruz...—comenzó a hablar el chico.

— Es Ruth —corrigió ella molesta.

— No me importa. Escúchame bien porque solo lo diré una vez —dijo con irritación—. No tengo que darte explicaciones de mi vida. No me gustas. No fui a esa fiesta por ti, sino por otra persona y fue con ella con quien estuve —alzó un poco la voz colándose en los oídos de una sorprendida Astrid—. Y deja de perseguirme y acosarme, eres patética. Nunca me fijaría en una niñata como tú. Así que olvídame de una vez.

Un silencio sepulcral inundó el espacio donde solo se escuchaban las pisadas de Taehyung alejándose de allí. Sin duda el chico había escogido el mejor momento para dejarle las cosas claras, justo a la salida del instituto cuando pudieran oírle todos los demás estudiantes. Así dejaría de perseguirle aunque solo fuera por vergüenza a volver a hacer el ridículo delante de la gente.
Ruth se echó a llorar teatreramente maldiciendo a Taehyung por haberle roto el corazón. Sus amigas, al cual más tonta que Ruth, la consolaban como podían.

.....

La puerta de la cocina se volvió a abrir dejando ver a una sonriente Sofía. Se acercó a Astrid que fregaba concentrada los cubiertos y los vasos para tenerlos listo para usar en cualquier momento.

— ¿Te ayudo en algo?

— No, gracias —se negó amablemente la morena—. Ya casi he terminado.

— ¿Seguro? Es que a fuera está muy tranquila la cosa y me aburro —dijo Sofia.

— ¿En serio? ¿Tan poca gente hay?

— Solo hay tres chicos en una mesa y una pareja en otra. Y ambos están recién servidos por lo que no creo que quieran nada en un rato.

Astrid se encogió de hombros y dejó que la ayudara a terminar de recoger la cocina. Cuatro manos harían más que una. Y así fue, en efecto terminaron mucho mas rápido que si lo hubiese hecho ella sola. Y ambas volvieron a salir a la barra por si había nuevos clientes que atender.
Nada más salir, Astrid se dio la vuelta quedando de espaldas a las mesas. Solo podía preguntarse qué narices hacía Taehyung en la cafetería donde trabajaba.

— Astrid, ¿te ocurre algo?

— No, tranquila Sofia. Es que...—intentó pensar una respuesta rápida- he olvidado la balleta para limpiar las mesas.

Volvió a entrar en la cocina para tomar la balleta tomándose más tiempo del que requería esa simple acción. Al salir su compañera atendía con una sonrisa a unos nuevos clientes. Astrid respiró profundo y avanzó decidida hacia una de las mesas vacías del local. Casualmente la más alejada al chico. Mientras limpiaba la mesa (ya limpia) intentó observar con mayor disimulo a Taehyung y los dos chicos que lo acompañaban. Ambos parecían rondar la misma edad que el castaño. Charlaban distraídamente y de vez en cuando alguno de sus dos amigos se le escapaban sonrisas. A ellos, no a Taehyung. Pero para mantener el mismo rostro serio de siempre se le veía totalmente distinto. Sus facciones estaban relajadas y parecía como si realmente fuera a sonreír en cualquier momento, cosa que no sucedió. Uno de sus amigos llevaba el pelo rubio algo engominado y de le formaban unos hoyuelos bastante monos al sonreír. El otro chico tenía unos brazos bien definidos que se dejaban ver por su camiseta de tirantes, y Astrid se sorprendió a sí misma queriendo ver si el resto del cuerpo lo tenía igual de tonificado que los brazos. Se dio una bofetada mental. ¡Estás trabajando estúpida! No es el momento para pensar en chicos desnudos, se recriminó mentalmente. Pero no pudo evitar volver a mirar, justo en el momento que alzaba la mano para peinarse con los dedos su pelo naranja. Sin duda era un chico que destacaba.

Taehyung volvió a mirar como Astrid limpiaba por tercera vez la misma mesa y quiso echarse a reír. Era tan obvio que lo estaba evitando y eso le parecía absurdo a la par que divertido. Pero su visión se vio interrumpida por una molesta mano que se agitaba frente a él.

— Eh, tú —decía su amigo—. ¿Estás aquí o intentabas contactar con tu nave nodriza?

— Si, he contactado con la nave nodriza y dicen que te echan de menos en tu planeta.

Puso los ojos en blanco mientras cogía su batido para terminar de beberlo.

— ¿Qué estabais diciendo?

— Lo sabrías si no hubieras escuchado en vez de quedarte embobado viendo a la camarera.

Taehyung abrió los ojos de golpe e inmediatamente los cerró recobrando la compostura.

— Yo no miraba a nadie.

— Si que lo hacías.

— No. Solo me he distraído.

— Con ella —señaló Jimin.

— Que no —se empeñaba en negarlo aunque fuera una tontería.

— Es mona. ¿Quien es? —Preguntó esta vez Namjoon.

— No lo se —mintió.

— Pues si no la quieres tú para mi —dijo un sonriente Jimin—. La chica está para que le den un repaso.

Algo dentro de Taehyung se removió al escuchar eso. Si algo era Jimin es un seductor y cuando le echaba el ojo a una chica la conseguía sin importar qué. Pero por algún extraño y retorcido motivo que aún no comprendía o no quería comprender, al ver cómo la inspeccionaba de arriba abajo le contestó con un no rotundo.

— Ni se te ocurra Jimin.

El pelinaranja se intercambió una mirada divertida con Namjoon.

— Vale, vale. Entendido. La quieres para ti solo.

— No es eso —desvió la mirada, pero como sabía que no dejaría el tema decidió contraatacar—. Además, ¿tú no estas con Patrice?

Jimin se encogió de hombros despreocupado.

— Solo por diversión y puro placer cuando nos aburrimos o no tenemos a nadie más.

— Serás capullo... —rió Namjoon— No te pases con ella que es nuestra amiga.

— Es ella la que viene a mi. Bueno, como todas las chicas.

— Pero si os lleváis a matar. —Exclamó el rubio— No hay día que no os encuentre discutiendo.

— Y lo mejor de esas discusiones son las reconciliaciones —puso una sonrisa pícara.

El castaño resopló exasperado. No tenía la necesidad de saber ningún detalle de la extraña y poco sana relación entre sus dos mejores amigos.

— Vámonos —ordenó.

— ¿Ya? —Preguntó Namjoon con tono infantil.

— Si, ya.

Los chicos siguieron al malhumorado Taehyung hasta la salida de la cafetería mientras le gastaban bromas que solo le hacían gruñir más. Ah, la amistad. Ese bonito infierno.

Dejó la bandeja en la barra tras recoger la última mesa. Después de que Taehyung se marchase, Astrid respiró tranquila. Como si su simple presencia allí ejerciera una presión sobre ella que de disipó al marcharse.
Se quitó el uniforme y volvió a casa. Mala idea. Una desconsolada Ruth lloraba por los rincones de la casa como si se hubiera muerto su familia entera. ¡Qué exasperante!, se dijo Astrid. Matt por su parte le pedía encarecidamente que se callase. Aquello cada vez se parecía más a una casa de locos.

No fucking limits.Where stories live. Discover now