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Llegar a casa y no encontrar a Matt ni a Ruth por ningún lado era probablemente una de las mejores cosas de la vida. Al menos para Astrid. No sabía si estarían en sus respectivas habitaciones o fuera de la casa, pero no le importaba. No estaban ahí molestándola que era lo importante. Pasó olímpicamente de hacerse la cena, había estado picoteando comida mientras trabajaba así que ahora no tenía demasiada hambre. Solo quería darse una ducha y dormir. Dormir mucho. Y eso hizo. Se metió al baño y se dio una muy larga y relajante ducha que le sentó genial para recomponerse un poco después del trabajo.
Se envolvió en una toalla y volvió a su habitación. Pero cuando llegó a la puerta, la cual estaba medio abierta, se detuvo en seco al escuchar un ruido proveniente de dentro. Por su cabeza se le pasó que podría ser uno de sus primos, pero luego recordó el silencio en el que había encontrado la casa al llegar con lo que sería probable que ninguno de ellos estuviera en casa. Pero si no estaban sus primos... ¿quién estaba en su habitación?
Abrió despacio la la puerta y se asomó con una mezcla de miedo y curiosidad. Vio la espalda de un chico que miraba por la ventana hacia la calle. Astrid no gritó. Sabía perfectamente quién era. Taehyung. Pero al parecer la chica se quedó demasiado tiempo mirándole y él se giró al notar su presencia. El chico la miró de arriba abajo y puso una sonrisa torcida, que chocaba con el aspecto deplorable que presentaba. Astrid no comprendía nada. ¿Qué hacía él en su habitación? Otra vez. ¿Cómo había entrado? ¿Y por qué la miraba como si fuera un plato de comida suculento? Su última pregunta se vio respondida por sí sola cuando se dio cuenta de que tan solo la cubría una pequeña toalla dejando poco a la imaginación.

—¡No mires!—chilló avergonzada.

—¿Por qué? No se considera delito si no toco.

Astrid notó como sus mejillas ardían. Cogió el pijama y salió disparada hacia el baño para vestirse. Al volver lo estaba sentado en la cama con el cubo de rubik en sus manos, tal como hizo el día de la fiesta.
Astrid mantuvo una cierta distancia quedando de pie y de brazos cruzados.

—¿Qué haces aquí?—preguntó intentando sonar segura de sí misma. No funcionó.

Taehyung la ignoró y siguió a lo suyo con el cubo.

—¿Cómo has entrado? ¿Y se puede saber por qué parece que te han dado una paliza? —Inquirió sin obtener respuesta alguna— ¿Vas a decir algo o te vas a limitar a allanar mi casa e invadir mi espacio personal?

El muchacho levantó la cabeza prestándole atención por primera vez desde que había empezado a hablar.

—Preguntas demasiado.

—¿Qué importa cuánto pregunte si no me respondes a nada?

—De nuevo otra pregunta.

Volvió a centrar su atención el colocar los cuadraditos de colores en orden. Astrid, exasperada ante su falta de interés por sus preguntas.

Taehyung vio como Astrid volvía a desaparecer por la puerta y siguió con lo suyo. ¿Cómo demonios se hacía esa cosa? Era imposible. Y lo fue aun mas cuando desapareció de sus manos. La causa fue que Astrid se lo había arrebatado. Pero él no replicó cuando ella se sentó a su lado en la cama. Tenía una caja que adivinó debía ser el botiquín. ¿Botiquín? ¿Acaso pensaba... curarle? En efecto. Acercó un trozo de algodón hasta su cara pero él retrocedió instintivamente haciendo que ella de sobresaltase. Y se sintió mal por ello.
Volvió a dejar su cabeza en la misma posición de antes y Astrid volvió a acercar el algodón a la cara del chico, pero con inseguridad, por miedo a que ocurriese lo mismo. No sucedió. Taehyung se dejó curar por ella mientras intentaba controlar su respiración que se empeñaba en acelerarse.

—Gracias por la pizza—se animó a hablar.

— Te dormiste antes de poder disfrutarla.

—Pero me la comí para desayunar. Gracias a ti no tuve que hacerme el desayuno.

No fucking limits.Where stories live. Discover now