Siete; La cena

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—Cielo, me voy ya. —Me asomé al baño, donde ella estaba terminando de arreglarse.

Rae dejó de aplicarse el rímel y se acercó a mí.

—Me encanta cuando llevas traje —comentó mientras acomodaba bien mi corbata.

—Creía que te encantaba siempre. —Sonreí de lado.

—Claro, pero más con traje. Estás muy sexy.

—¿Te va el rollo Christian Grey? —Alcé una ceja.

—Oh no —Rió—. Me va el rollo "mi guapísimo novio en traje", lo de los látigos y eso se lo dejo a otras.

—Cariño, tienes que abrirte a nuevos horizontes —bromeé.

Se apartó un poco de mí y me miró alzando una ceja con su cara de: "Debe ser una jodida broma" a lo que yo no pude evitar reír.

—Atrévete a intentar algo de eso y el que acabará chillando rojo serás tú —Fruncí el ceño al no entender qué quería decir—. Es la palabra que... Da igual, no importa —Agitó la mano quitándole importancia—. Deberías irte ya, que si no vais a llegar tarde.

—¿Tú cuando te vas? —Coloqué un mechón de pelo tras su oreja.

—En nada, cuando termine de arreglarme —comentó mirando los productos de maquillaje que tenía allí.

—Te recuerdo que habéis quedado para cenar, no para desayunar —bromeé.

—Ja ja ja... Que gracioso. Solo por eso te quedas sin beso de despedida —Me sacó la lengua antes de girarse de nuevo hacia el espejo, dando por acabada la conversación. Sin embargo yo no me moví—. Puedes irte eh...

—No, me falta mi beso. —Sonreí colocándome a su lado.

—Te he dicho que te has quedado sin. —Trató de sonar seria, pero le estaba costando contener la risa.

—Va... Que sé que lo estás deseando. —Puse morritos y me acerqué a su cara, haciendo ruido con mi boca.

—¡Justin, para! —Rió apartándose.

—No puedes escaparte, el baño no es tan grande.

—Pero la casa sí.

Y antes de que me diese tiempo a reaccionar pasó corriendo por mi lado. Pude escuchar como su risa se alejaba por el pasillo. Rápidamente la seguí y cuando llegué a las escaleras ella se encontraba apenas a unos escalones de la planta baja. Debió escucharme porque en cuanto empecé a bajar los escalones ella aceleró el ritmo. Vi que giraba hacia la derecha, así que fui directo al salón. Al entrar la encontré justo en el lado opuesto del sofá.

—Por mucho que huyas te acabaré atrapando y lo sabes.

—Eso ya lo veremos... —Me retó.

Empecé a rodear el sofá, para poder llegar a ella, pero Rae fue en dirección contraria de forma que poco a poco acabamos dando una vuelta completa al mueble.

Rachel no podía parar de reír y yo estaba empezando a tomarme esto demasiado en serio.

—¿Vamos a tirarnos toda la noche dando vueltas?

—No.

Rápidamente cogió uno de los cojines que había encima del sofá y me lo lanzó, dándome de lleno en la cara y aprovechando la oportunidad para correr hacia el pequeño jardín de la parte trasera. Salí tras ella, prácticamente saltando el sofá; pero hubo un detalle con el que no conté: Rachel había cerrado la puerta de cristal.

—Joder... —murmuré palpándome la frente. Me había dado un buen golpe.

—¡Justin! —Rachel se acercó corriendo y abrió la puerta— ¿Estás bien? —Su tono denotaba preocupación y apartó mi mano para poder examinarme bien.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora