Catorce; Ella

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Rachel's POV:

Es increíble como un instante puede poner tu vida patas arriba, como las cosas más insignificantes lo pueden cambiar todo y en el momento en que menos lo esperas. A veces esos cambios son positivos y se reciben con total alegría, pero otros te destrozan y te consumen. Es con estos últimos con los que la gente te consuela diciendo: "Si ha pasado es por algo, el destino lo ha querido así" o "Aunque no lo creas, esto es para mejor"

¿Y qué pasa si yo me niego a que una fuerza superior decida por mí? ¿Qué si yo estaba feliz con lo que tenía? ¿Qué si yo no creía que hubiese algo mejor?

Pues te jodes. Te jodes y no te queda otra.


Hey, qué tal?

Mordisqueé mi labio mientras tecleaba una respuesta que terminé borrando, como las cuatro anteriores. No sabía qué decirle, ni siquiera sabía si debía decirle algo.

El ruido de la puerta de entrada me sacó de mi pequeña burbuja y Em no tardó en aparecer a mi lado.

—Hola. —Me saludó sonriente.

—Hey —Bloqueé mi móvil y lo dejé a un lado del sofá mientras me incorporaba—. ¿Te ayudo? —Señalé una de las bolsas que llevaba en la mano.

—Sí, por favor. —Me pidió entregándome una antes de dirigirse a la cocina.

Mi amiga vivía en un pequeño loft cerca de la universidad. No era gran cosa, pero era más que suficiente para ella sola y bueno... para mí estos días.

—Podría haber ido yo a comprar después del trabajo, hay un supermercado que me pilla de camino.

—Ya te dije que no te preocupases —Agitó la mano quitándole importancia—. Además, en la tienda a la que voy hay cosas que no encuentro en otro sitio —comentó mientras empezábamos a sacar las cosas de las bolsas.

—¿Cosas o dependientes? —La miré picara.

—Oh, calla. —Me arrebató el paquete de pasta y se giró para guardarlo en uno de los armarios.

—Vamos... —Reí— Me di cuenta de las miraditas que os echabais el otro día...

—Solo son imaginaciones tuyas —Quiso acabar con el tema—. ¿Tú que has hecho mientras yo no estaba?

—Nada importante en realidad. —Me encogí de hombros y metí mis labios dentro de mi boca.

Solo me he tirado unos cinco minutos escribiendo y borrando un mensaje que al final no he enviado.

—Que aburrida eres. —Se metió conmigo.

—Justin me ha mandado un mensaje. —Solté de repente.

—Oh... ¿El muy gilipollas ahora tiene ganas de hablarte?

—Emily... —Le reprendí.

—¿Qué? Es subnormal. —Se giró hacia mí frunciendo el ceño.

Suspiré y me senté en una de las sillas que había en la barra de desayuno.

—No me gusta que le insultes.

Sabía que ayer le había dicho cosas muchísimo peores en mi mente, pero ahora que estaba mucho más tranquila y pensaba con más claridad veía las cosas de otra forma.

—¿Qué quería? —Mi amiga se sentó a mi lado.

—Me ha preguntado cómo estaba. —Jugueteé con mis dedos sobre el mármol.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora