Veintiséis; Despedida

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—¿Pasa algo? —Rachel me miró frunciendo el ceño.

—Un segundo —Le dije a mi jefe antes de dirigirme a mi novia—. Cielo, es una llamada importante, tengo que atenderla.

Me levanté de la cama, ante la atenta mirada de mi novia y me metí en el pequeño despacho que había en la habitación de al lado, asegurándome de cerrar la puerta antes de hablar de nuevo.

—¿Ha dicho Birmingham?

—Sí, eso es. Birmingham, Reino Unido —aclaró.

—Sé donde está —Suspiré—, pero... ¿por qué tan lejos y tan de repente? —Pasé una mano por mi pelo, alborotándolo un poco más de lo que ya estaba.

—No tengo tiempo para ponerme a explicar esos detalles, Bieber. Tengo muchas cosas que hacer, entre ellas avisar al resto de tus compañeros.

—Lo... Lo siento —Suspiré una vez más— ¿Puedo saber al menos cuantos días estaremos fuera?

—El viernes estaremos ya de vuelta —¿Hasta el viernes?—. Ve preparando las cosas, de aquí a un rato te enviaré toda la información del vuelo, saldremos a primera hora.

—Está bien. —Asentí a pesar de que no podía verme.

—Nos vemos mañana. —Se despidió antes de colgar.

Suspiré por tercera vez, mirando la pantalla de mi móvil hasta que ésta se apagó.

—Joder... —murmuré, apretando el puente de mi nariz— ¿Qué coño le digo yo a Rachel ahora?

Sin darle muchas más vueltas al asunto salí del despacho para volver a la habitación. Dejé el móvil sobre la cama antes de dirigirme hacia el baño, donde se encontraba Rachel terminando de arreglarse.

—¿Todo bien? —preguntó al verme apoyado contra el marco de la puerta.

—Cariño, tenemos que hablar.

Me miró a través del espejo y dejó la brocha que estaba utilizando sobre el lavamanos.

—¿Qué pasa? —Se giró hacia mí con el ceño fruncido y de brazos cruzados.

—Me... Me tengo que ir. —Tragué saliva.

—¿Cómo que te tienes que ir? ¿A dónde? ¿A la oficina?

—No —Lamí mis labios, pasando una mano por mi nuca—. A Birmingham.

Su expresión se suavizó y dejó caer sus brazos a los lados.

—¿B-Birmingham? —Asentí— ¿Otra vez a Europa?

—Eso parece, sí. —Mordí mi labio.

Soltó un suspiro y se apoyó contra el lavamanos, agachando la cabeza.

—¿Cuándo te vas? —Volvió a mirarme.

—Mañana a primera hora.

—¿Por cuánto tiempo esta vez?

—El viernes ya estaremos aquí.

—¿Estaremos? —Frunció el ceño— ¿Vuelves a ir con ella?

—Esta vez vamos todos, incluso el jefe.

Mordió su labio y se balanceó sobre sus talones.

—¿Por qué tan de repente?

—No lo sé Rachel —Negué con la cabeza—, mi jefe apenas me ha dado unos cuantos detalles esenciales.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora