Cuarenta y ocho; Comida familiar

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Poco a poco fui abriendo los ojos y me removí en la cama, buscando el cuerpo de Rachel, pero no logré dar con ella. Me incorporé algo extrañado y me di cuenta de que me encontraba solo en la habitación.

Pasé una mano por mi cara, intentando despejarme un poco, y me estiré antes de salir de la cama.

Conforme fui bajando las escaleras empecé a escuchar voces provenientes del comedor, así que fui directo hacia allí. Al entrar vi a Rachel y mi madre sentadas en la mesa. Rae fue la primera en verme, ya que estaba mirando hacia la puerta y sonrió.

—Buenos días —dijo llamando la atención de mi madre, que se volvió.

—Vaya, el dormilón se ha despertado. —Se burló mi madre.

—¿Qué hora es? —pregunté extrañado acercándome a ella para saludarla con un beso en la mejilla.

—Solo son las diez —Rae agitó la cabeza señalando hacia el reloj que había en la sala—, pero es que eras el único que seguía durmiendo. —Me explicó.

—Oh, vale —Me dirigí hacia Rachel y besé sus labios rápidamente—. ¿Y dónde están los demás?

No se escuchaba ningún otro ruido en la casa.

—Tu padre ha llevado a los abuelos al centro, para hacer algunas compras de último momento para hoy. No tardarán mucho en volver —Se levantó—. Te traeré el desayuno.

—Mamá, no hace falta, puedo ir yo.

—Tranquilo, yo ya he terminado —Me sonrió—. Además, tengo que empezar a preparar algunas cosas para la comida así que no hay problema.

Y sin dejarme objetar salió de allí para dirigirse a la cocina.

Suspiré y me senté junto a Rachel, pasando mi brazo por encima del respaldo de su silla.

—¿Qué tal has dormido? —Me preguntó antes de beber un poco de su café.

—Bien, necesitaba descansar, la verdad. —Suspiré.

—Si es que menuda semanita has tenido... —Acarició mi mejilla.

—¿Tú has dormido bien? —La miré.

Ella sonrió y asintió.

—Genial, esa cama es muy cómoda —confesó haciéndome reír.

La atraje hacia mí y besé su frente justo cuando mi madre entró con la cafetera y una taza.

—Ahí tienes el azúcar y la leche —Señaló hacia donde se encontraban—. Ahora mismo te traigo las tortitas.

—Gracias mamá —Le agradecí con una sonrisa antes de que ella volviese a irse—. ¿Hace mucho que se han ido mi padre y mis abuelos? —Le pregunté curioso a Rachel.

—Yo me he levantado hace una media hora y ya se habían ido, no sé si tardarán mucho. —Esbozó una mueca antes de llevarse un trozo de tortita a la boca.

—¿Y qué te ha dado a ti por madrugar? Si siempre sueles levantarte tú más tarde que yo. —Me metí con ella mientras le echaba un poco de leche a mi café.

—Me he despertado para ir al baño y he escuchado algo de ruido abajo así que he decidido bajar. —Se encogió de hombros.

—¿Has preferido bajar a hablar con mi madre antes que quedarte conmigo en la cama? —Me hice el ofendido y bebí un poco de mi café.

—No, he preferido bajar a hablar con tu madre antes que quedarme contigo en la cama y escuchar tus ronquidos.

Fruncí el ceño ante su comentario.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora