Veintiuno; ¿Dos... o tres?

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Había pasado algo más de una semana desde mi regreso y, sinceramente, las cosas no podían ir mejor. El domingo fuimos a comer a casa de mis padres y mi madre se mostró realmente contenta de que hubiésemos conseguido arreglar las cosas. La verdad es que siempre había tenido una gran debilidad por Rae, supongo que era como la hija que nunca había tenido.

El resto de la semana transcurrió con total normalidad, el primer par de días me costó un poco volver a la rutina, pero luego todo fue sobre ruedas.

Ahora volvía a ser viernes y me encontraba sentado junto a Rachel, mientras desayunábamos.

—Menos mal que ya es viernes —Suspiré aliviado antes de darle un sorbo a mi café—. Esta semana se me ha hecho muy larga. —Me quejé.

—Normal, si la semana pasada solo fuiste un día a trabajar. —Rió ella.

—Podrían ser todas así. —Reí yo también.

Saqué mi móvil del bolsillo de mis pantalones para revisar la hora y vi que me había llegado un mensaje de Jared.

Hey tío, estaremos por allí la
semana del 24 ;)

—Mira, Jared dice que estarán aquí para el veinticuatro.

—¿En serio? —preguntó ilusionada y yo asentí sonriente, contagiado por ella—. ¿Cuánto falta?

—Pues... —Abrí la aplicación del calendario— Dentro de dos lunes, quedan diez días.

—Oh, vale. Me lo apuntaré —Asintió antes de pegarle un mordisco a su tostada, pero pronto frunció el ceño—. Espera, ¿qué día es hoy?

—Cielo, si para el veinticuatro quedan diez pues estaremos a catorce, ¿no? —Reí—. ¿Y tú eres la profesora aquí? —Me burlé, pero no obtuve respuesta por su parte. Tenía la vista perdida en un punto de la mesa—. Rae, ¿pasa algo? —pregunté ahora algo más serio.

—¿Eh? —Parpadeó varias veces, mirándome de nuevo.

—Digo que si pasa algo, ¿para qué querías saber qué día era?

—Por nada, por nada... —Agitó la cabeza y se levantó, con la taza y el plato en mano para dejarlos en el fregadero.

—¿Estás segura? —Insistí.

—Sí, es solo que no me acordaba de que hoy teníamos una reunión de profesores. —Se giró para sonreírme.

—Oh, está bien —dije no muy convencido—. ¿Estarás aquí cuando llegue?

—Sí, no creo que se alargue mucho.

—Vale. —Me levanté yo también, recogiendo todo.

—No te preocupes, yo me encargaré de fregar.

—¿Tú? —Alcé una ceja—. Si tú detestas fregar los platos. —Me burlé.

—Bueno, pues hoy me apetece hacerlo. —Se encogió de hombros.

—Estás rara... —murmuré frunciendo el ceño.

—¿Encima que te quito trabajo te quejas? —Me golpeó con el trapo, haciéndome reír.

—Está bien, está bien... —Me aparté un poco— Iré arriba.

—Muy bien. —Asintió dándome la espalda, dispuesta a empezar a fregar.

Sin decir nada más salí de la cocina para subir las escaleras y lavarme los dientes en el baño. Una vez listo me eché unas gotas de colonia y cogí mi maletín para bajar de nuevo.

Cuando llegué a la cocina Rachel estaba terminando de enjuagar las tazas. Dejé mi maletín sobre la encimera y me acerqué a ella, abrazándola por detrás y dejando un beso sobre su nuca. Noté como ella se relajaba inmediatamente y se recostó un poco contra mí. Secó sus manos antes de posarlas sobre las mías, dejando leves caricias sobre el dorso.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora