Cuarenta y nueve; No te podrás negar

1.6K 148 34
                                    

El molesto sonido del despertador de Rachel resonó en la habitación y como única respuesta solté un gruñido revolviéndome en la cama. Poco después dejó de sonar y deduje que Rae se había encargado de apagarlo.

—Justin... —Noté como me mecía suavemente.

—Hmmm... —murmuré sin querer abrir los ojos aún.

—Va, levántate.

—Cinco minutos más. —Le pedí cubriéndome con las sábanas.

—No que no me fío de ti. Seguro que cuando salga del baño seguirás aquí durmiendo.

Suspiré y aparté la sábana con la que había tapado mi rostro.

—Está bien... —cedí a regañadientes.

Ella sonrió al ver que le iba a hacer caso y se inclinó un poco, para besar mis labios brevemente.

—Buenos días, cielo —dijo al apartarse.

—Buenos días —murmuré medio adormilado, frotando mis ojos.

Noté como se levantaba de la cama y cogía la ropa que había dejado preparada anoche antes de meterse en el baño.

Suspirando me incorporé un poco hasta quedar sentado en la cama, apoyado contra el cabezal.

Mientras intentaba despejarme un poco miré la habitación.

Ayer por la tarde habíamos regresado ya a Portland, tras pasar toda la mañana en Toronto paseando con mis padres y mis abuelos. Realmente me habría gustado quedarme más tiempo en Canadá con ellos, pero tanto Rachel como yo debíamos volver al trabajo.

Finalmente salí de la cama y me dirigí hacia el armario para buscar qué ponerme. Cuando estaba terminando de ponerme una camiseta gris de manga larga la puerta del baño se abrió y Rae salió de éste ya vestida y ligeramente maquillada.

—Veo que me has hecho caso —Me miró mientras terminaba de acomodar su coleta—. Buen chico.

—¿Soy un perro algo? —Fruncí ligeramente el ceño haciéndola reír.

—Anda, no te enfades. —Acarició mi mejilla y me besó.

Sonreí cuando nos separamos y lamí mis labios a la vez que rodeaba su cintura para apegarla más a mí.

—Sí me das otro beso no me enfado —susurré contra su boca.

—Como te aprovechas de la situación. —Negó con la cabeza.

—¿Me lo das o no?

Antes de que pudiese contestar notamos algo a nuestros pies y al agachar la cabeza vimos a Bailey correteando bajo nuestros pies.

—¡Hola! —Rachel la recibió con entusiasmo y se agachó para cogerla. La perra intentó lamerle la cara, pero ella se apartó— Dale besos a Justin, que se ha levantado mimoso.

Antes de que pudiese apartarme la acercó a mí y empezó a lamer toda mi cara mientras Rachel reía.

—Bailey, ¡para! —Me quejé apartando su rostro del mío.

—Pero, ¿no querías besos? —preguntó Rachel burlona.

—Me encanta tu sentido del humor, cielo —comenté sarcásticamente provocando su risa de nuevo.

—Va, lávate la cara —Volvió a dejar a Bailey en el suelo—. Yo iré preparando el desayuno —dijo antes de salir de la habitación, siendo seguida por Bailey de inmediato.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora