Cincuenta y cinco; Feliz cumpleaños, cariño

1.6K 134 101
                                    

Empecé a despertarme al notar besos sobre mi mejilla e inevitablemente sonreí.

Aún sin abrir los ojos me volví y envolví a Rachel entre mis brazos para apegarla a mi cuerpo. Ella rió y yo fui abriendo los ojos poco a poco, encontrándomela a ella frente a mí con una amplia sonrisa.

—Feliz cumpleaños, cariño —susurró contra mis labios, haciéndome sonreír.

—Gracias —murmuré como pude antes de que ella estampase sus labios contra los míos.

Hice mi agarré sobre ella más fuerte y nos hice girar, de forma que ella quedaba encima de mí. Al separarnos una amplia sonrisa seguía adornando el rostro de Rae.

—Mi chico se hace mayor. —Acarició mi mejilla poniendo una voz rara que me hizo reír.

—Oye que solo son veinticinco. —Le recordé.

—Ya, pero ya empiezas a acercarte a los treinta —Esbozó una mueca—, yo en cambio sigo siendo un alma joven —bromeó y se incorporó hasta quedar sentada sobre mí.

Lo que no esperaba es que yo me volviese hacia un lado, de forma que ahora ella estaba aprisionada entre el colchón y mi cuerpo.

—Así que soy un viejo... —Me acerqué a ella, con una ceja alzada.

—Yo no he dicho eso —Quiso aclarar—, simplemente que yo soy más joven que tú. —Se encogió de hombros.

—Ya, claro...

—Anda, sal de encima de mí —Golpeó mi pecho—. Tienes que vestirte mientras yo termino de prepararte el desayuno.

—Pero me quiero quedar así un rato más. —Me quejé.

—Pero no puede ser porque los dos nos tenemos que ir a trabajar.

—¿Y si faltamos? —Le propuse.

—¿Cómo vamos a hacer eso, bobo?

—Pues llamando y diciendo que estamos malos. —Me encogí de hombros.

—Anda, deja de decir tonterías. —Intentó que me apartase, pero no consiguió gran cosa.

—No te parecían tonterías cuando te saltabas clases para quedar conmigo. —Sonreí al recordarlo.

—Eras una horrible influencia. —Me señaló.

—Y aún así te sacaste la carrera con unas notazas —dije orgulloso de ella.

—Claro, porque en época de finales te quería lo más lejos posible de mí —dijo haciéndome reír.

—¿Era una distracción? —Choqué mi frente con la suya.

—Una distracción demasiado tentadora, la verdad —admitió y yo reí antes de unir nuestros labios de nuevo—. Y ahora me estás distrayendo otra vez.

—Está bien... —Rodé los ojos y me dejé caer a un lado de la cama.

—Ve vistiéndote y no tardes —Me advirtió al levantarse de la cama—, que si no se enfriará el desayuno.

—Tranquila. —Le sonreí antes de que ella desapareciese de allí.

Me quedé unos segundos en la cama hasta que finalmente decidí ir al baño para mojar un poco mi rostro y poder despejarme antes de dirigirme hacia el armario y vestirme con unos pantalones negros y una camisa blanca.

Nada más bajar el olor de las tortitas que Rachel había preparado para desayunar junto al del café inundaron mis fosas nasales e instintivamente dirigí mi mano hacia mi abdomen. Hoy desayunaría bien.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora