Treinta y tres; Feliz Navidad

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24 de diciembre. Nochebuena.

Nos encontrábamos en casa de los padres de Rachel, reunidos junto a toda su familia, celebrando la Nochebuena.

Ya habíamos terminado de cenar y yo estaba ayudando a recoger la mesa.

—Muchas gracias, Justin. —Me agradeció Claire cogiendo los platos que acababa de recoger y había llevado a la cocina.

—No hay de qué. —Sonreí.

—¿Estás nervioso? —Me preguntó, impidiendo que regresase al comedor.

—¿Por qué? —Fruncí el ceño.

—Por lo de fin de año.

—Oh... —Rasqué mi nuca— Bueno, no de momento, pero probablemente entre en pánico ese día —bromeé. Aunque no descartaba esa posibilidad.

Ella rió.

—Saldrá todo perfecto, ya verás. El anillo es precioso. —Sonrió.

—Eso espero. —Suspiré.

—Justin. —Rachel me llamó a mis espaldas.

Al girarme la vi entrando con algunas copas vacías que dejó sobre la encimera.

—Dime, cielo.

—Vamos al salón, los niños están a punto de abrir sus regalos —comentó contenta.

—Estás tú más emocionada que ellos. —Reí abrazándola por la cintura.

—Una nunca pierde el espíritu navideño —Sonrió encogiéndose de hombros—. ¿Necesitas ayuda, mamá? —Se ofreció.

—No, tranquilos. Me encargaré de ello más tarde, yo también iré ahora al salón.

Ambos asentimos y salimos de allí para dirigirnos hacia el salón. Tal y como me había dicho Rae, sus primos más pequeños y los hijos de alguno de los mayores se encontraban reunidos alrededor del árbol, esperando a poder abrir sus regalos. En los sofás se encontraban los abuelos de Rachel y algunos de sus tíos, así que nosotros nos quedamos de pie, justo a la entrada. Abracé a mi novia por detrás y apoyé mi mentón sobre su hombro.

—Como no les dejen abrirlos ya les va a dar un ataque —bromeé viendo como empezaban a quejarse.

Rachel rió y acarició mis manos que se encontraban sobre su vientre.

—Saben que hasta las doce nada.

Miré la hora en mi reloj de muñeca y quedaban apenas unos minutos para aquello.

—Yo creo que Nate se dormirá antes. —Le señalé con la cabeza.

Reí al ver al pequeño de casi tres años sentado sobre el regazo de su padre mientras se frotaba los ojos.

—Awww... —Rachel sonrió mirándole— Nate.

Al llamarle miró en nuestra dirección y Rae le hizo un gesto con sus manos, para que se acercase a nosotros. Como pudo se bajó del regazo de su padre y se dirigió hacia nosotros con algo de dificultad debido al sueño. Me aparté de Rachel cuando llegó a nuestro lado y me agaché para cogerle en brazos.

—¿Tienes mucho sueño? —Le pregunté y él asintió, apoyando su cabeza contra mi pecho.

—Pero tienes que abrir tus regalos —Rachel acarició su pelo suavemente—. ¿No quieres abrirlos?

De nuevo volvió a asentir, esta vez con una pequeña sonrisa.

—Hey, ¿todo bien? —Kristen, la prima mayor de Rachel y madre de Nate, se acercó a nosotros.

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