Extra; ¿Qué somos?

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Justin's POV:

—Me voy ya —avisé a mi madre, asomándome al salón.

Ella apartó su vista del libro que estaba leyendo y me miró antes de volverse hacia la ventana.

—Podrías decirle que pase. —Me sugirió.

—Ya, creo que no. —Sonreí.

—Oh, vamos... Quiero conocerla. —Se quejó.

—Quizás otro día —Me acerqué a ella y besé su mejilla—. Volveremos por la noche.

—Está bien. —Suspiró.

Recoloqué sobre mi hombro la mochila que llevaba y salí de mi casa, encontrándome con el coche de Rachel aparcado justo delante de ésta. A paso rápido me dirigí hacia éste y abrí la puerta del copiloto para montarme.

—Hola. —Me saludó en cuanto me senté y cerré la puerta.

—Hey. —Le sonreí antes de acercarme a ella para darle un beso, arrancándole a ella una sonrisa también.

—¿Listo para ir a la mejor playa que habrás visto en tu vida? —preguntó haciéndome reír.

Hacía un par de días que le había propuesto a Rachel ir a la playa y ella enseguida me había empezado a hablar de una llamada Old Orchard, a la que iba desde pequeña con sus padres.

—Espero que todo lo que me has dicho sea verdad. —Le advertí cuando arrancó.

—¿No te fías de mí? —Se hizo la ofendida.

—Para ti la mejor serie del mundo es Anatomía de Grey así que... —Esbocé una mueca con mis labios.

Un jadeo se escapó de sus labios y al volverme hacia ella comprobé que aún mantenía la vista puesta sobre la carretera, pero ahora su boca estaba completamente abierta y su ceño ligeramente fruncido.

—Es que es la mejor serie del mundo.

—Rae, no. —Le miré divertido, me encantaba hacerla rabiar.

—No me puedo creer que vaya a llevar a Old Orchard a alguien con tan mal gusto. —Negó con la cabeza y yo reí.

—¿A cuánto estaba la playa de aquí? —pregunté al no recordarlo bien.

—Unos quince minutos más o menos.

—¿Y para eso me has hecho madrugar tanto? —Me quejé.

—Justin, son las diez y cuarto. —Alzó una ceja.

—Pues eso.

Ella rió y negó con la cabeza.

—Mira que a mí me gusta dormir, pero lo tuyo es demasiado.

—Ya sé que soy de otro mundo, pero gracias. —Sonreí y ella volvió a reír.

Tal y como había dicho ella tan solo unos quince minutos más tarde estábamos aparcando en una de las calles cercanas a la playa.

—He pensado que por la tarde podríamos ir al parque de atracciones. —Rachel señaló una noria.

—Claro, como quieras —Sonreí a la vez que sacaba del maletero del coche una pequeña nevera portátil—. Hace tiempo que no voy a uno.

—Genial. —Su sonrisa se amplió.

Rachel me guió a través de las calles y tras un par de minutos llegamos a la playa.

—Vaya, hay bastante gente... —murmuré observando la orilla.

—Por eso hemos venido pronto y has tenido que "madrugar" —Dibujó las comillas en el aire—. Anda, ven —Me agarró del brazo—. Conozco un buen sitio.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora