Sesenta; Pascua

1.5K 137 74
                                    

Sonreí observando a Rachel desde el salón. Se encontraba en el jardín, escondiendo huevos de Pascua para que Tommy los pudiese encontrar; pero parecía ser que no había contado con el inconveniente de que a Bailey le encantaba llevarse a la boca cualquier cosa que encontrase por el suelo y ahora mismo se encontraba peleando con ella, para que escupiese uno de los huevos.

—¡Eres mala! —La riñó mientras entraba al salón con ella en brazos.

—No sé cómo no has pensado antes en esto. —Negué con la cabeza.

—Creía que lo comprendería a la primera —Frunció el ceño y la dejó a mi lado—. Anda, cuídala.

—Estoy ocupado. —Señalé el ordenador sobre mi regazo.

Finalmente, habíamos logrado firmar el contrato con MANGO y, como había supuesto, el trabajo solo había hecho que aumentar. Por suerte, mañana el jefe ya estaría de vuelta a la oficina, así que en principio la cosa iría más ligera.

—Justin que no te estoy dando un bebé de dos meses —Rodó los ojos—. Solo vigila que se quede quieta —dijo antes de desaparecer de nuevo.

Solté un suspiro y me volví hacia Bailey, que estaba a punto de volver a bajar del sofá, pero la cogí a tiempo. Eso sí, con algo de dificultad porque ya estaba bastante grande.

—Estate quieta. —Le advertí.

Me obedeció por unos segundos en los que me miró atentamente, pero enseguida bajó del sofá y se dirigió hacia la puerta de cristal que daba al jardín. Afortunadamente Rachel se había encargado de cerrarla, así que no podía escaparse. La dejé tranquila y me dispuse a terminar de enviarle un par de cosas a Ethan.

—No pienso dejarte salir porque te vas a comer todos los huevos de chocolate —Escuché decir a Rachel—. Te había dicho que la vigilases. —Me recordó colocándose frente a mí.

—Has cerrado la puerta, no podía escaparse. —Me encogí de hombros y dejé el ordenador a un lado.

Ella suspiró y se dejó caer a mi lado, mirándome de arriba abajo antes de alzar una ceja.

—¿No piensas cambiarte?

—¿Qué hay de malo con lo que llevo? —Me miré.

—Pues que vas en pijama y tenemos visita.

—Técnicamente no es un pijama —apunté—. Son unos pantalones cómodos y una camiseta. —Me encogí de hombros.

—Que usas para dormir —añadió Rachel—. Anda, sube a cambiarte que no tardarán en llegar. —Me apremió.

—Está bien... —Suspiré levantándome.

Cogí mi portátil, para poder dejarlo en el despacho de camino antes de dirigirme hacia nuestra habitación para ponerme unos simples tejanos, aunque la camiseta me la dejé puesta.

Estaba bajando las escaleras cuando escuché el timbre sonar.

—¡Justin, ve tú por favor!

—Ya va, ya va —dije terminando de bajar las escaleras a paso rápido.

Me dirigí hacia la entrada, donde Bailey ya estaba ladrando, esperando para recibir a nuestros invitados.

—¡Bailey! —chilló Tommy en cuanto abrí la puerta y se abalanzó sobre nuestra perra para abrazarla, haciéndonos reír a su madre y a mí.

—¿Qué tal? —Le di un corto abrazo a Marie.

—Bien —Asintió sonriente al separarse de mí—, ¿tú?

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora