Cincuenta y cuatro; Olvidadizo

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—Creo que si haces los cambios de los que hemos hablado quedará perfecto. —Miré a Lena que enseguida asintió.

—Está bien, trabajaré en ello el fin de semana.

Las cinco personas que se encontraban reunidas conmigo se levantaron y tras despedirnos deseándonos un buen fin de semana abandonaron mi despacho.

Moví mis hombros intentando destensarme un poco.

Al fin estábamos a viernes y tendría al menos un par de días descanso que quería aprovechar al máximo, por eso a pesar de que debería estar saliendo ya había decidido quedarme algo más para terminar varias cosas que tenía pendientes.

Así que, tras un pequeño descanso que aproveché para tomarme un café, me puse manos a la obra de nuevo.

No sabría decir cuando rato había pasado, pero cuando estaba a punto de terminar un diseño de un proyecto en el que estaba trabajando con Megan mi móvil empezó a vibrar sobre el escritorio y en cuanto vi el nombre de Rachel descolgué, poniendo el manos libres para poder seguir trabajando mientras hablaba con ella.

—Hola cielo. —La saludé.

—Hey, ¿dónde estás?

—Pues en la oficina, he tenido qu-

—¿Perdón? —Me interrumpió— ¿Qué acabas de decir?

Fruncí el ceño ante su respuesta.

—Que estoy en la oficina, he tenido que quedarme porque había algunas cosas por hacer y...

—¿Me estás...? —Soltó un fuerte suspiro— Es broma, ¿verdad?

—¿Por qué iba a bromear? —pregunté sin comprender nada.

—¿Sabes? Déjalo —dijo antes de colgar.

Miré el teléfono extrañado, sin comprender a qué venía su actitud. Traté de llamarla una, dos y hasta tres veces, pero la última me mandó directamente al buzón de voz.

—Pero, ¿qué he hecho? —Fruncí el ceño sin entender nada.

Finalmente agité la cabeza, queriendo dejar el asunto de lado, y retomé mi tarea. Cuanto antes terminase antes podría volver a casa y descubrir qué demonios le pasaba a Rachel.

Tras terminar con el diseño que estaba dibujando me dirigí a mi correo para enviárselo a Megan para que así ella pudiese darme su opinión y escribí otro para el señor Miller. Me había pedido que de vez en cuando le fuese manteniendo informado de cómo iban las cosas por Portland.

Una vez se lo envié apagué el ordenador y recogí mis cosas para poder irme ya de allí de una vez por todas. Apenas quedaba nadie en el edificio e incluso en la salida me crucé con el equipo de limpieza que entraba a trabajar.

Durante todo el camino hasta casa me mantuve nervioso, mientras seguía pensando en los posibles motivos por los que Rachel podría haberse enfadado, pero seguía sin dar con uno. Cuanto más me acercaba a mi destino más nervioso me ponía, Rachel enfadada podía dar bastante miedo.

Sin embargo, mi cara cambió por completo cuando vi un coche aparcado frente a nuestra casa y en la puerta de ésta a Rachel hablando con Peter. Fruncí el ceño y me apresuré a aparcar el coche junto al de Rachel, pero cuando lo estaba cerrando observé como él se dirigí hacia su coche ya y se despidió de mí con un simple asentimiento de cabeza. Le seguí con la mirada hasta que se montó en el coche y luego me volví hacia la puerta, donde Rachel seguía parada, ahora observándome. Di un par de pasos en su dirección e inmediatamente cerró la puerta con fuerza. Estaba más que claro que estaba cabreada.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora