Treinta y ocho; Seattle

2.4K 140 33
                                    

—Bueno... —Me giré hacia Rachel— Supongo que nos tenemos que despedir ya. —Esbocé una mueca.

Acababa de facturar mi maleta y a partir de este punto ella ya no podía seguir.

Sus brazos rodearon mi cintura y se aferró a mí con fuerza. Una pequeña sonrisa tiró de mis labios y correspondí su abrazo.

—Te echaré de menos —murmuró contra mi cuello.

—Y yo a ti, cariño —Acaricié su espalda—. Muchísimo.

—¿Seguro que no puedo irme contigo? —preguntó haciéndome reír.

—Yo estaría encantado, pero tienes que trabajar —Traté de apartarme de ella, pero no me dejó—. Rae, de verdad que tengo que irme. —Volví a reír.

Esta vez sí que se apartó un poco pero solo lo justo para poder alzar la cabeza y besarme. Yo bajé mis manos hacia su baja espalda y la acerqué a mí.

Cuando nos separamos acarició mi mejilla suavemente.

—Te quiero.

—Y yo a ti. —Sonreí ahora sí, apartándome por completo.

Agarré su mano y la apreté con fuerza antes de soltarla, dedicándole una pequeña sonrisa.

—Nos vemos en dos semanas.

—Se pasarán volando, ya verás. —Le guiñé un ojo, sacándole una sonrisa.

Sin querer alargar más el momento di media vuelta para dirigirme hacia el control de seguridad, dejando atrás a Rachel y justo antes de atravesarlo me volví hacia ella para despedirme una última vez alzando la mano.

Diez minutos más tarde me encontraba frente a la puerta de embarque, donde ya se encontraban varios de mis compañeros.

—Hola. —Sonreí acercándome a Logan y Marie que estaban sentados hablando.

—Hey —Ambos me recibieron con una sonrisa—. ¿Qué tal? —preguntó Logan.

—Con muy pocas ganas de volar, la verdad —Suspiré sentándome junto a él—. En los últimos meses lo he hecho más que en toda mi vida.

—Eso es verdad —admitió Marie—, pero al menos esta vez no sales de Estados Unidos.

—Pero son dos semanas. —Esbocé una mueca.

—Pobre Justin —Logan puso un tono de burla—, va a echar de menos a su querida Rachel.

—No te burles tú tanto que hace un momento le estabas enviando un mensaje a tu novia. —Le pinchó Marie y yo reí.

—Vaya, ¿ni cinco minutos aguantáis? —Me burlé.

—Bah... —Agitó la mano con desdén— Acabamos de empezar y bueno... ya sabéis lo que pasa. —Se encogió de hombros.

—Excusas —bromeé de nuevo.

Justo entonces la gente empezó a colocarse en fila, frente a la puerta de embarque.

—Parece ser que debemos embarcar ya —comenté mirando como todos se iban colocando.

—Hagámoslo ya —Marie se levantó—. Si no tendremos a mucha gente delante.

Logan y yo asentimos de acuerdo con ella y nos levantamos también.

Aquí empezaba el viaje.

___

Al llegar a Seattle mi cuerpo pedía con urgencia que me estirase. Digamos que aquella compañía de vuelos no disponía de tantas comodidades como con las que había viajado con anterioridad aquellos meses.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora