Diecisiete; Alemania ~ Primera parte

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—Bienvenidos a Hugo Boss. —Una espectacular rubia nos recibió a ambos en cuanto pusimos un pie fuera del coche.

—Gracias. —Sonreí estrechándole la mano que me ofrecía.

—El señor Bieber, ¿verdad? —preguntó para asegurarse. A diferencia de Oswald ella apenas tenía acento.

—Prefiero Justin si no te importa.

Odiaba que me llamasen señor, me hacía sentir viejo y como la chica parecía tener nuestra edad más o menos no me importó pedírselo.

—Justin entonces —Sonrió ella—. Yo soy Ariane.

—Hey —Brooke llegó a mi lado—. Soy Brooke Price. —Alargó su mano y Ariane la estrechó.

—¿Prefieres que te llame por tu nombre, como Justin? —Volvió a mirarme un segundo.

—Si no te importa...

—Claro que no —Agitó la cabeza—. Yo también prefiero Ariane a señorita Schultze.

—Sí, yo también lo prefiero —admití haciendo que ella riese.

—Me alegra estar haciéndote un favor entonces —Sonrió una vez más—. Oswald. —Llamó a nuestro chófer.

El hombre se acercó a ella e intercambiaron unas cuantas palabras que evidentemente no entendí.

—Adiós. —Se despidió de nosotros con su mano y le respondimos de igual forma.

—Estará aquí para recogeros y llevaros al hotel —Nos informó Ariane—. ¿Listos para empezar el tour?

—Claro. —Brooke asintió sonriente.

Los tres nos adentramos en aquel gran edificio acristalado. La verdad era que el sitio era enorme y esperaba que Ariane nos acompañase en todo momento porque si no acabaría perdido.

—¿Qué tal el vuelo? —preguntó para entablar conversación mientras caminábamos por las instalaciones.

—Demasiado largo... —Me quejé.

—Ya —Hizo una mueca—. La verdad es que eso estaba algo mal montado, deberíais haber llegado ayer para poder descansar. ¿Habéis podido dormir durante el vuelo?

—Sí, pero entre los nervios y lo de ir para arriba y abajo... —murmuró Brooke.

—Y que ahora mismo se supone que allí son las cuatro de la mañana o algo así... —añadí yo.

—Vamos, que yo no aseguro no quedarme dormida en alguna de esas reuniones que tenemos programadas —bromeó la castaña.

—Hmm... No te lo recomiendo —Le advirtió—. Mi jefa puede llegar a ser un ogro cuando se lo propone y no creo que le haga mucha gracia eso.

—Entonces creo que lo mejor sería empezar la visita por la cafetería —dije divertido.

—Tranquilo, ya había pensado en ello. —Sonrió y abrió la puerta que tenía delante.

Ante nosotros se desplegó una sala enorme, repleta de mesas y sillas. A estas horas estaba bastante vacía porque la mayoría deberían encontrarse en sus puestos de trabajo, pero en hora punta esto debía ser un completo caos.

—Sentaos allí, yo iré a pedir —Señaló una mesa cerca de la ventana—. ¿Qué os apetece tomar?

—Pero, ¿nos dará tiempo de sentarnos aquí tranquilamente? ¿No sería mejor ir tomándonoslo mientras visitamos todo?  —pregunté dudoso.

—No te preocupes, lo tengo todo calculado. —Agitó la mano.

—En ese caso yo querré un café solo —dijo Brooke.

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