Cincuenta y seis; Retraso

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Leed la nota final, por favor.


—Nos vemos esta tarde. —Se despidió Rachel de mí con un beso en la mejilla.

—Hasta luego, cielo. —Le sonreí.

Ella imitó mi gesto y salió del coche para adentrarse en el recinto escolar. En cuanto despareció de mi campo de visión arranqué y puse rumbo hacia mi trabajo.

Sin embargo, cuando me encontraba a mitad de camino, la música que estaba escuchando en la radio dejó de sonar, indicándome que estaba recibiendo una llamada. Algo curioso respondí.

—¿Diga? —Fruncí ligeramente el ceño.

—Buenos días, señor Bieber. —Enseguida reconocí la voz de mi jefe y, como si estuviese allí, me puse más recto.

Carraspeé antes de contestar.

—Buenos días, señor —Le saludé—. No esperaba su llamada —confesé.

—Lo sé, lo sé. ¿Te pillo en mal momento?

—Bueno... Voy de camino al trabajo. —Esbocé una mueca.

—Vaya, he calculado mal la hora —murmuró para si mismo—. ¿Te queda mucho para llegar?

—Pues... no más de diez minutos.

—Está bien, te llamaré en un rato a tu despacho. Quiero hablar contigo y no es adecuado hacerlo mientras conduces.

—Es-Está bien.

—Hablamos en un rato, Bieber. —Se despidió de mí antes de colgar.

La música volvió a inundar el coche, aunque ahora no tarareaba las canciones porque no me quitaba de la cabeza las palabras del señor Miller.

¿De qué querría hablar? ¿Había hecho algo mal?

Su tono de voz no denotaba enfado, pero tampoco sabía si fiarme.

En lo que quedaba de camino hasta el trabajo repasé mentalmente los últimos proyectos en los que había trabajado, tanto con mi equipo como siendo supervisor, y no supe encontrar ninguno en el que pudiese haber algún fallo. Además, en todo el tiempo que llevaba ya en mi nuevo puesto —algo más de un mes—, siempre que él había tenido alguna queja no había tenido problema en comunicármela por correo, ya que solíamos intercambiar uno o dos cada semana.

—Justin —La voz de Megan llamó mi atención e hizo que me detuviese a mitad de la recepción—. Hey, te he llamado un par de veces fuera y me has ignorado —comentó intentando hacerse la molesta, pero una sonrisa tiraba de sus labios.

—Lo siento —Agité la cabeza—, estaba algo despistado. —Quise quitarle importancia y apreté el botón para llamar a uno de los ascensores.

—Ya me he dado cuenta, ya... —Rió— Dime, ¿algún plan para este fin de semana? —Me miró curiosa.

—Oh, no la verdad —Negué con la cabeza—. Probablemente avance con alguna cosa del trabajo o no sé —Me encogí de hombros—. No tenemos planeado nada demasiado interesante —dije antes de adentrarme en el ascensor.

—¿Estás bien? —Frunció ligeramente el ceño tras subir conmigo al ascensor.

—Sí, solo estoy algo dormido —Le sonreí tras presionar el botón de nuestra planta—. ¿Y tú tiene pensado hacer algo este fin de semana?

—Pues la verdad es que sí —Sonrió—. Adrien ha conseguido cogerse un par de días libres y haremos una pequeña escapada a Long Island. Sus padres tienen una pequeña casa allí.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora