Once; Nuevo enfoque

3.7K 158 45
                                    

Viernes.

Apenas terminó de sonar el primer tono de la alarma la apagué, maldiciendo por lo bajo. Esta era la quinta noche de poco descanso y estaba empezando a hacer una mella importante tanto en mi humor como en mi estado físico. Sin embargo, por mucho que desearía quedarme en la cama para conseguir dormir más de cinco horas por primera vez en estos últimos días hoy no podía permitírmelo, era un día muy importante.

Me incorporé y me senté al borde de la cama, frotando mis ojos antes de estirarme. Me giré un poco, esperando ver a Rachel hacer lo mismo, pero fruncí el ceño al encontrarme su lado de la cama vacío; sin embargo, pronto escuché algo de ruido que parecía provenir de la cocina. Volví a mirar la hora, por si me había vuelto a equivocar al programar la alarma y era más tarde de lo que yo creía, aunque dudaba que fuese así ya que Rachel se habría encargado de despertarme ella misma aunque fuese tirándome un cubo de agua por haber sido tan idiota de confundirme de nuevo. Efectivamente, la hora era la correcta.

Quizás hoy se ha despertado antes y no podía dormir más, pensé. Aunque eso no encajaba con ella para nada; Rachel era madrugadora cuando debía, pero no malgastaría ni un minuto de sueño.

Aún con la duda de a qué se debía este cambio me levanté al fin de la cama. Fui hacia el armario y de éste saqué el traje que anoche había dejado preparado. Hoy teníamos la reunión con algunos representantes de Hugo Boss y no bastaba con ir con una simple camisa —esto era algo que nuestro jefe se había encargado de puntualizar varias veces—. Entré al baño y me di una muy rápida ducha para luego vestirme, peinar bien mi pelo hacia un lado y rociar unas cuantas gotas de la fragancia en cuestión —es decir, debíamos ganárnoslos de todas las formas posibles— sobre mi cuello. Tras comprobar que todo estaba en orden salí de la habitación, dispuesto a descubrir qué hacía Rachel en la cocina.

Tras bajar los últimos escalones me fue imposible no sonreír al poder escucharla tararear alguna canción de la cual no recordaba el título, pero se escuchaba mucho últimamente en la radio. Conforme me fui acercando a la cocina un olor que hizo que mis tripas rugiesen levemente empezó a hacerse cada vez más fuerte. En cuanto entré a la sala vi a Rachel concentrada en algo que había en la sartén y como sacaba, segundos después, una tortita para colocarla encima de una pequeña pila que había sobre un plato a su lado.

—¿Estás preparando el desayuno? —pregunté algo sorprendido. No es que nunca lo hiciese, pero no solía ser tan elaborado como lo que estaba haciendo.

Ella se giró algo sobresaltada al escuchar mi voz.

—Tienes que dejar de hacer eso de aparecer sigilosamente, me asustas. —Frunció el ceño.

Normalmente habría hecho alguna broma del tipo: "Me ataré unos cascabeles a los tobillos para que me escuches antes de llegar." Pero los últimos días no habían sido, ni por asomo, normales.

—¿Has madrugado para hacer las tortitas? —cambié mi pregunta ya que no me había contestado.

—Mhmm... —Asintió ella a la vez que añadía una nueva cucharada de la mezcla a la sartén.

—¿Por qué? —Fruncí el ceño y me apoyé contra el marco de la puerta, de brazos cruzados.

—Porque hoy es un día importante para ti y he pensado que estaría bien hacer algo distinto —Me explicó—. Ayer le pedí a tu madre la receta, pero no sé si me saldrán tan bien como a ella —admitió algo tímida, colocando un mechón tras su oreja.

Capullo, capullo, capullo.

Eso era lo único que pasaba por mi mente los últimos días cada vez que Rachel hacía algo por mí o tenía un gesto de cariño hacia mí.

Flatline • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora