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Eduardo.  

La noche se hace bastante amena, conozco un poco mejor a algunos compañeros; a Héctor, aunque es con el que más tiempo he compartido, a Mónica, la recepcionista cuyo nombre olvidé el primer día, a varios médicos más... pero aun así, hay un tema que no se me va en ningún momento de la cabeza.

— He oído muchas veces eso de que los médicos siempre se llevan el trabajo a casa — Una voz femenina suena a mi espalda. Estoy apoyado en la barra del pub donde hemos ido, con una copa en la mano a la que apenas le he dado un par de tragos. — ¿En qué piensas?

— Perdona Mónica — Le sonrío — Va a ser cierto eso que has oído, no es fácil separar algunas cosas.

— ¿Algún problema en el hospital? — Se pone frente a mí, mirándome a los ojos. Es rubia, con el pelo corto y ojos castaños, a decir verdad y aunque no me haya fijado antes, bastante guapa.

— Ya sabes... — Quito la mirada, algo incómodo, y bebo un trago — Hasta que los pacientes no están completamente recuperados, siempre hay algún problema.

— Entiendo — Susurra, entornando los ojos — Pareces un buen médico, ¿lo eres? — Ronronea ahora, poniendo una mano en mi pecho.

— Eso no es algo que deba decir yo — Trago saliva, ¿está intentando ligar conmigo? — Eh... ¿has visto a Héctor? — Pregunto con lo primero que se me ocurre.

— Debe andar por ahí — Señala en algún lugar con la mano, aunque este pub es desconocido para mí — Pero Héctor ahora da igual, ¿no? — Se acerca más a mí si es posible y cada vez me siento más incómodo, apenas conozco a esa mujer y le queda nada para echarse encima de mí — ¿Quieres que vayamos a mi casa?

— Creo que no sería lo mejor — Con cuidado, cojo ambas manos que tenía sobre mi pecho y las retiro — Trabajamos en el mismo sitio...

— Eso no va a ser un problema — Insiste, pero al ver que reculo se queda parada — ¿Ocurre algo?

— Llámame raro — Le digo arrugando la nariz — Pero no me gustan las relaciones esporádicas. Siento si te he confundido.

— No, siento yo haberte increpado de esta manera — Se ve arrepentida y comienzo a sentirme mal — Te he visto aquí solo y... lo siento, de veras.

— No te preocupes — Sonrío para que así pase el mal momento entre ambos — Está todo bien.

Tras una sonrisa complaciente, se despide y se une a un grupo que está unos metros más allá. La miro desde el mismo sitio mientras apuro mi bebida, quizá debería cambiar esa idea que tengo sobre las relaciones de una noche, pero es cierto lo que le he dicho, no me agradan y nunca lo han hecho. Me gusta conocer a las personas a fondo, ya sean pacientes o gente que está a mí alrededor.

— Estás muy solo esta noche — El desaparecido Héctor aparece por fin — Te he visto hablando con Mónica, ¿no ha surgido la chispa? — Me guiña un ojo.

— Parece que no — Muevo la cabeza a ambos lados, no quiero darle explicaciones — Pero estoy disfrutando de la noche, gracias por invitarme.

— Cualquiera lo diría — Dice, poniendo los ojos en blanco — No te has movido de aquí.

— Me vas a matar, pero me ha pasado una cosa a última hora en el hospital que no me quito de la cabeza — Me sincero, él se queda callado, por lo que prosigo — Es Sara, estaba distinta...

— ¿Distinta en qué sentido? — Noto cómo se interesa.

— Por primera vez parecía... ella — No sé cómo explicarme y pienso un momento — Escribía, simplemente escribía.

— Mira Eduardo, creo que deberías tomar otra copa y distraerte — Cambia ahora de tema — El lunes volverás a ver a Sara y estoy seguro de que estará como siempre, en su cama y con la mirada perdida. No te emociones por lo de hoy porque el batacazo será enorme.

— Después de lo que he visto hoy con mis propios ojos, es imposible que alguien pueda quitarme la esperanza de que Sara va a ponerse bien — Le sonrío, aunque se está alejando, supongo que le he aburrido.

Apuro lo poco que me queda de bebida, pago y salgo del local. Las noches empiezan a ser agradables, en esta no hay rastro de frío pero sí sopla un aire que apetece respirar y disfrutar. Cuando subo al coche me doy cuenta de que lo que menos quiero es meterme ahora a casa, así que una vez que llego dejo el coche aparcado y salgo a dar un paseo.
Deambulo observando el vacío y oscuro, pero sin embargo placentero paisaje y respiro hondo...

— Vaya Eduardo, sí que te ha sentado bien el cambio de aires — Una voz conocida suena a mis espaldas.

— ¡No me lo puedo creer! — Exclamo, dándome la vuelta y abriendo los brazos para recibir a Marisa — ¡Estás aquí!

— He tenido que hacer unas últimas cosas, pero por fin he llegado — Sonríe, separándose y mirándome de arriba a abajo — Estás increíble, Eduardo.

— ¿Desde cuándo estás aquí? — Le pregunto, es tarde, muy tarde.

— Hace un par de horas, una vecina tuya muy amable me ha acogido en su casa — Explica — Parecía saberse todos tus horarios... o toda tu vida — Dice divertida.

— Esto es muy pequeño — Me encojo de hombros — Ya lo irás conociendo. Pero ahora... vamos, quiero enseñarte tu nuevo hogar.

•••

Cuando Marisa está completamente instalada, prepara una cena deliciosa que echaba demasiado de menos, y ambos nos vamos agotados a la cama, apenas quedan unas horas para que se haga de día.

Me cuesta un poco coger el sueño a pesar de que todo mi cuerpo me pide descanso. Pienso en que mañana es domingo, en que tendré todo el día para pasarlo revisando casos, pero ni aun así consigo quitar a Sara de mi cabeza.

La noche pasa y los madrugadores rayos de sol entran por la pequeña rendija que deja la cortina de color granate. Me desperezo y me quedo sentado, creo que apenas he dormido unos minutos si es que llega, pero quedarme en la cama no me ayudará en nada.

Cuando piso la cocina, el olor a café inunda mis fosas nasales, ¿cuándo ha dormido esta mujer?

— Buenos días, Marisa — La saludo al entrar — Creo que debes tomarte menos en serio tu trabajo, no hace falta que madrugues tanto.

— Lo hago con mucho gusto, Eduardo — Me sonríe, sirviéndome el café a mi gusto — Además, dado que tienes el día libre, me gustaría saber todo lo que ha pasado en estos días que llevas aquí solo.

— ¿Todo? — Pregunto divertido, alzando ambas cejas. Ella asiente — Entonces siéntate, que vamos para largo.

El diario secreto de Sara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora