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Sara.

Día 141.

No sé si estoy viviendo en un sueño, en una especie de nube, o en la mejor película de amor que haya existido nunca; pero toda yo desborda felicidad. No puedo dejar de sonreír, como si hubieran dibujado una permanente sonrisa en mi rostro. Y todo gracias a mi querido médico, a Eduardo.

No esperaba para nada la cena de anoche, ¡me gustó tanto! Cuando me llevó arriba y me tapó los ojos con esa delicadeza, esa dulzura tan peculiar que demuestra día a día.

Y cuando encontré ese pequeño restaurante improvisado, ese par de velas que convertían una sosa azotea en lo más romántico del mundo... todo lo que me está pasando es increíble.
¿Quién dice que no se puede vivir la mejor historia de amor en un hospital y, además, con tu médico?

Pero lo más importante es que me besó, y yo lo besé, y me gustaría hacerlo a cada momento del día. Que sus ojos azules me miren con ese precioso brillo y sonría antes de que su barba me haga cosquillas, justo antes de rozar sus labios con los míos.

Y la cena, y la charla, y sus caricias, y sus gestos, sus preguntas, sus preocupaciones hacia mí. No pensé en enamorarme tan rápido y de esta manera tan fuerte y tan poderosa, pero así está sucediendo.

Pero ha pasado algo extraño esta noche.
Si se lo dijera a Eduardo, o a cualquiera de mis mejores amigas, seguramente me dirían que no me obsesione con ese tipo de tonterías pero... la realidad es que apenas hago otra cosa en todo el día que escribir, por lo que no puedo dejarlo pasar.

A lo que iba, ayer por la noche quedamos en vernos en la azotea, y así fue. Cuando llegué un par de minutos antes de la hora, él ya estaba allí, con una preciosa flor apoyada en sus labios, tan encantador como siempre, convirtiendo todo en especial.

La cita no se alargó demasiado, pues Eduardo no quiere arriesgarse y yo lo respeto y, por supuesto, lo entiendo.
A las once de la noche llegué de nuevo a mi habitación.

Busqué mi diario donde siempre, bajo el lado derecho de mi almohada. Pero cuando moví la mano de un lado a otro solo toqué la sábana, hasta que por fin lo encontré justo al otro extremo, ¿yo lo había dejado ahí unas horas antes?

Estoy casi segura de que no, pero quizá con las prisas de ver a Eduardo no me he dado cuenta.
Quizá...

______________

¡¡Hooola!!

Buuueno, ya estamos en el #132 del ranking, ¡poquito a poquito! Muchísimas gracias a todas.

Espero que os guste, ¡os leeeeo!

El diario secreto de Sara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora