Final.
Eduardo.
Le saco al buen hombre todo lo que puedo. Al principio pensé que estaría desconfiado y no soltaría prenda, pero supongo que mi desconfianza y mi angustia ya se refleja a todo aquel que me pueda observar unos segundos.
Me dice que ha visto a la chica que tuvo el accidente con su familia hace poco, que iba con otra gente del pueblo. No sabe exactamente cómo se llaman, ni donde vive, pero sí sabe indicarme donde está la casa más o menos donde vio que entraba. Tan solo está a unas tres calles más allá de esta.
No pensaba que tendría que hacerlo, pero me temo que cuando llegue a dicha calle, tendré que ir puerta por puerta... aunque dado lo que ya he hecho por Sara, un pequeño esfuerzo más estoy seguro de que merecerá la pena.
Estoy algo perdido, pero cuando creo que he entrado a la calle que me ha indicado ese hombre, comienzo por la primera casa... la que nadie abre.
Voy una a una, en algunas no obtengo respuesta, en otras sí, pero estos sí que no se fían y solo dejan una ranura abierta antes de hablarme de malas maneras y darme con la puerta en las narices.
Un par también me hablan de malas maneras diciéndome que no me van a comprar nada... si supieran que yo lo único que quiero es encontrar a mi pequeña Sara, todo sería distinto, pero ni siquiera me escuchan.Lo que tengo claro es que, o el hombre se ha equivocado, o no me ha querido guiar bien y me ha mentido para que me fuera y lo dejara tranquilo con sus cosas.
— ¿Sabes Sara? — Me estoy volviendo loco, lo sé, pero llevar más de una hora caminando bajo el sol es lo que tiene — No sé dónde te has metido, podría decir que estoy perdiendo la cabeza buscándote, pero la perdí hace tiempo... creo que la primera vez que vi tu preciosa sonrisa.
Y si ahora mismo te tuviera enfrente, lo primero que haría es pedirte perdón por aceptar e irme a esa estúpida conferencia, no debí dejarte sola y si alguna vez volvemos a encontrarnos, te prometo que no lo haría de nuevo.
A tu lado me dí cuenta de que aunque tengas el mejor trabajo del mundo y creas que lo has hecho todo en la vida, te falta esa persona que lo completa, que llega para hacer de lo bueno la absoluta perfección.
Contigo todo era tan mágico que lo echo de menos como no puedes imaginarte. Y es que me da igual que esto sea una completa locura, Sarita, me da igual porque te quiero, y quiero que te vengas conmigo sea donde sea, y que te saques esa carrera que tanto deseas... quiero estar junto a ti como si fuera tu propia familia y cuidarte cada día, y escucharte. Y es que... esa imagen cuando te vi tumbada escribiendo mientras escuchabas música, se ha convertido en mi fotografía favorita, y solo quiero cada día encontrarte de la misma manera. — Me dejo caer sobre una de las aceras mirando al suelo y tomando aire, estoy soltando todo ahora que no la tengo, me temo que sea demasiado tarde pero tenía que hacerlo — Y ya está, Sara. Supongo que no soy quién para ofrecerte nada más, solo un psiquiatra completamente enamorado de la paciente más complicada.Me quedo sin saliva, con la boca totalmente seca. Menos mal que no hay nadie por la calle, porque si no estoy seguro de que habría vuelvo de nuevo al hospital, pero no por mi propio pie, ni mucho menos como médico.
Apoyo la cabeza en el muro de piedra que tengo justo detrás cuando percibo algo, un pequeño movimiento en la enorme casa que se ha encontrado frente a mí durante todo este largo discurso. Es como si una ventana se hubiera abierto, o la cortina que veo desde aquí se hubiera deslizado ligeramente.
Entorno los ojos pero nada, debe haber sido mi imaginación porque durante los siguiente segundos miro sin parar a esa dirección y no sucede absolutamente nada. Me temo que tengo que seguir buscando en cuanto reúna las fuerzas necesarias.
Me levanto con dificultad y apoyándome en mi muro confidente cuando lo escucho, ahora sí es de verdad y alguien, sea quien sea, ha puesto música. Pero no me muevo de ahí porque no es una melodía ni es una canción cualquiera, reconocería Just the way you are donde fuera porque fue la primera canción que escuché junto a Sara, con la que comencé a darme cuenta de lo que estaba sintiendo.
Miro a todos lados desesperado, el aire no me deja saber con exactitud de donde vienen las notas.
— ¿Sara? — Pregunto a gritos — ¿Eres tú? ¡Tienes que ser tú!
Ahora sí, la ventana se abre de par en par y ahí está ella. No mi paciente, si no una chica totalmente recuperada y guapísima, con sus cabellos negros azotados por el aire y sus ojos mirándome desde el segundo piso.
— ¡Has tardado demasiado en venir! — Dice, con una gran sonrisa — ¿No acordamos no pasar tanto tiempo separados para no tener que echarnos de menos?
No tengo palabras, abro la boca una y otra vez sin emitir nada, no me creo que esté ahí de nuevo. Que por fin esté fuera del hospital y podamos hacer lo que queramos juntos.
— ¡Vamos Sarita! — Exclamo por fin — Deja de hacerte de rogar y baja de una vez, no tienes ni idea de las ganas que tengo de abrazarte.
— Ya voy... — Desaparece por el hueco de la ventana y solo tengo que esperar unos segundos para que la puerta de esa misma casa se abra de par en par y aparezca ella corriendo.
La veo cada vez más cerca hasta que todo se vuelve oscuro porque mi cara por fin está envuelta de nuevo en su melena y mis brazos rodean su espalda.
— La verdad Edu, que sí tenía una idea de las ganas que tienes de abrazarme, lo he escuchado todo — Se muerde el labio inferior mientras habla y yo cojo su barbilla para que me mire a los ojos.
— ¿Todo? — Asiente.
— No sé si habrá todavía gente por ahí pensando que el destino y las casualidades no existen, pero desde luego yo no voy a llevarle la contraria a lo que sea que esté ahí arriba y que haya hecho que después de todo estemos juntos de nuevo — Me agarra ambas manos y no puedo hacer otras cosa que aferrarla a mí con fuerza.
— No pienso volver a soltarte nunca — Me acerco a ella, susurrándole — Nunca jamás, Sarita.
Fin.
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El diario secreto de Sara.
RomanceEduardo, un médico que a pesar de haber sacado su carrera hace varios años con la mejor nota de su promoción, solo ha pasado de despacho en despacho sin destacar entre los mejores médicos. Hasta que un día y sin esperarlo, le llega una oportunidad q...