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Sara.

Día 77.

Me parece que he empezado a perder la noción del tiempo. Ni siquiera mi gran aliado, mi diario, me ayuda con el traspaso del tiempo.
Si mis cálculos no me fallan, creo que ya son ya dos meses y medio los que llevo en el hospital.

Hoy es el primer día que junto al desayuno no me han traído todo tipo de pastillas; grandes, pequeñas, azules, blancas, amarillas... hoy solo tengo dos, las dos conocidas de siempre con las que me tratan desde el principio. La verdad es que no sé a qué se debe este cambio, pero doy las gracias a quien quiera que sea el que ha ordenado que no me droguen más.

Dudo que haya sido el estúpido médico, pero entonces, ¿eso significa que ya no está aquí? Al menos en su hora de visita no ha venido, quizá eso sea una buena señal. Solo espero que si mis suposiciones son ciertas, el tercer médico que me trate sea el definitivo... y que, por supuesto, sepa lo que se hace aunque yo sea una paciente difícil.

Me parece que tengo nuevo compañero en la planta, hace unos días oigo voces y gritos sin parar. Es insoportable oír sufrir a alguien de esa manera, sobre todo porque me recuerda a aquel día, el de mi accidente.

Los gritos y lamentos son bastantes parecidos, no sé qué demonios le pasa a ese pobre hombre, pero ojalá deje de sufrir pronto. Ni ponerme la almohada sobre la cabeza ya funciona.

En una de esas escenas me pilló Héctor. El hombre gritaba sin parar y yo hacía lo posible por dejar de escucharlo cuando... el enfermero entró. Vino rápidamente a mí y me miró con el ceño fruncido, hasta diría que preocupado. Tras eso, me dijo que esperara un segundo, y más tarde me trajo un mp3 con unos auriculares, lo puso todo sobre mi mesita y con una sonrisa amable se fue.

Dudé en si hacerlo, pero no encontré más opciones y me puse a ello. Me puse los auriculares y comencé a buscar cualquier canción, Héctor las tiene variadas, de todo tipo y la mayoría desconocidas sobre mí. Imagino que han sido las novedades en música en estos dos meses y medio.

Así que, desde esta tarde y gracias a Héctor, los días pasan más rápidos y de forma más tranquila. No sé si el hombre desconocido seguirá quejándose de esa manera tan horrorosa, pero he dejado de oirlo, a él y a todo lo demás. Cada vez que escribo, me pongo cualquier canción y lo hago relajada.

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¡¡Hooola!!

Bueno, el capítulo de hoy (y el siguiente que publicaré más tarde) va para mi bruji ConiiOjeda 💙💙 ¡muuuuchas felicidades!!

Y a los demás... ¡os leo!

El diario secreto de Sara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora