Sara.
Día 136.
Puedo decir que en mi vida siempre he tenido gente que me apoyaba, que me quería, que estaba conmigo en las buenas y en las malas, pero... nunca, jamás, podría decir que alguien me haya hecho sentirme tan bien como está logrando hacer Eduardo.
Todavía intento digerir lo que pasó anoche. No termino de creerme que se quedara acompañándome aquí tantas horas, durmiendo en una incómoda posición y sin soltarme la mano, ¿es que todavía existe gente así? ¿Que sea capaz de darte todo a cambio de nada?
Me quedé en una especie de shock tras la visita de David. Que me hubiera olvidado y dejado atrás cuando estaba aquí metida y sin poder hacer nada para evitarlo, me había dolido en lo más profundo. Pero he aprendido que no hay mayor dolor que el de la pérdida de un ser querido y cercano. Que si David ha decidido salir de mi vida, solo significa que algo mejor vendrá a ella.
Me siento en una especie de nube cada vez que Eduardo cruza la puerta de mi habitación, como si por arte de magia o por regalo del destino, todo el dolor se esfumara porque él está ahí por y para mí. Así me hace sentirlo.
He decidido que me da igual confundir sentimientos, que no me importa sentir lo que siento por él, porque me gusta, me hace feliz. Y estoy deseando que me sonría, que arrugue la nariz o se ponga nervioso, que se tense cuando estoy a punto de tocarlo y luego respire hondo para convencerse de que no pasa nada, de que es algo normal, ¿pero de verdad es así? Tengo mis dudas.
No creo que cada noche se quede con un paciente, sí que se quedó conmigo porque de verdad quería hacerlo, ¿y qué decir? Ha sido la noche más increíble en estos cuatro meses y medio.
Cuando esta mañana me he despertado y lo he visto a mi lado, no he podido hacer otra cosa que mirarlo y sentirme de una manera especial. Estaba guapísimo despeinado, las suaves facciones de su cara estaban relajadas y tenía la barba algo desarreglada. No quería despertarlo, hubiera dado lo que fuera para no tener que hacerlo, pero no me quedaba otra opción si no quería meterlo en líos.
Lo que he hecho a continuación es algo que solo sabrá este diario en el que ahora me expreso. Porque ni él mismo va a saber que con la yema de mi dedo he acariciado todos y cada uno de los milímetros de su cara. Deteniéndome en sus labios o en su marcado y masculino mentón. Intentando peinar sus rebeldes mechones, ¿qué hubiera pasado si se hubiera despertado? Es algo que tampoco sabremos nunca.
Estaba muy gracioso cuando lo he despertado, desorientado, sin saber dónde se encontraba... pero cualquiera de sus movimientos son los que me gustaría tener grabados en mi memoria a partir de este momento.

ESTÁS LEYENDO
El diario secreto de Sara.
RomansaEduardo, un médico que a pesar de haber sacado su carrera hace varios años con la mejor nota de su promoción, solo ha pasado de despacho en despacho sin destacar entre los mejores médicos. Hasta que un día y sin esperarlo, le llega una oportunidad q...