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Sara.

Día 31.

Un mes, si, hoy se cumple mi primer mes ingresada. No es muy normal que se cuente algo como eso, ya lo sé, pero estando aquí no puedo hacer mucho más...
Ni siquiera tengo un calendario o algo parecido para comprobarlo, simplemente esto, mi diario.

Ha habido algunas novedades, ya que hace un par de días vino uno de mis tíos a visitarme, acompañado de su mujer.
Pero, ¿os cuento algo? No me gustó que vinieran, para nada.

Yo estoy consiguiendo poco a poco, no olvidar a mi familia, ya que no seré capaz de ello, pero sí aprender a vivir sin verlos cada día. La visita de mi tío y esa mujer solo me hizo retrasar esto, no paraban de llorar y decir una y otra vez que lo sentían, y que algo como eso no debe ocurrirle a nadie.

Pensé que, si alguna vez volvía a abrir la boca, sería con algún familiar, pero me equivocaba, ellos no son iguales que los médicos, pero no me ayudaron, solo me hicieron apiadarme. Entiendo que mi padre fuera su hermano, pero tienen que aceptar tanto como yo lo he hecho que se han ido, que no hay vuelta atrás. La cicatriz de mi muñeca me ha enseñado eso, que por mucho que hagas no vas a poder echar el tiempo atrás, no vas a poder arreglar una catástrofe como aquella, es totalmente imposible.

El médico sigue igual, y creo que hasta está comenzando a desesperarse conmigo. Cada vez que viene a visitarme se va de peor humor, y debo decir que ese es el mejor momento de mi día, porque incluso me dan ganas de sonreír, aunque, por supuesto, no lo hago.

Héctor, el chico enfermero, es el único al que veo con alguna intención de sacarme un par de palabras. Viene, me sonríe, y me pregunta alguna estupidez que nunca contesto, siempre acaba metiéndose ambas manos en los bolsillos de su uniforme azul y se va. Supongo que solo quiere ser simpático.

Por lo demás, todo sigue igual. Como algo mejor. Creo que de tanta sangre que me han sacado pierdo fuerza y necesito hacerlo. Siguen haciéndome pruebas pero, por lo que veo, no encuentran nada extraño. Excepto algunas pequeñas molestias en el cuello y bueno, pequeñas marcas que prácticamente ya no se ven, físicamente me encuentro bastante bien, nada que ver con mi interior, claro.

Todas las noches, tras escribir esto, cierro el diario y lo guardo bajo mi almohada. Hasta ahora nadie ha preguntado por él, ni quiero que lo hagan. Es mi gran secreto.

El diario secreto de Sara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora