El diario secreto de Sara.

(20)

Sara.

Día 127.

¡Qué vergüenza!
Si, no puedo explicarlo de otra manera, no puedo decir que no me sienta totalmente avergonzada por lo que pasó ayer a última hora del día. Digo última hora porque me guío por la luz que entra por la ventana de mi habitación.

Era tarde, ya había cenado y eso significa que es raro y casi imposible que nadie venga una vez recogida la cena. Es hora de que todos durmamos pero ese tiempo siempre intento aprovecharlo para escribir.

Me puse los auriculares y comenzó a sonar la canción Amor con hielo, de Morat. Una de las últimas que Héctor incluyó en el mp3 y de las que más me gustan. Comenzó a sonar y yo la tarareaba mientras sacaba mi diario, el día había sido bueno dentro de lo que cabe y yo estaba bastante inspirada, así que me dispuse a escribir todo cuanto saliera de mi cabeza.

Tumbada boca abajo, como cada noche, dejo sonar la canción mientras escribo línea tras línea, descansando unos segundos para pensar y volviendo a escribir. Sin prisa... tranquilamente.

No escuché nada, ni siquiera sé el tiempo que Eduardo, el nuevo médico, llevaba ahí parado en medio de la habitación observándome. Lo único que pude ver mientras lo fulminaba con la mirada era que no llevaba su bata de médico, solo unos vaqueros ajustados y una camisa azul clara. ¿Qué hacía aquí a estas horas y así vestido?

Además de ruborizarme, me puse muy nerviosa, no sabía que hacer pero me sentía ultrajada, como si me hubiera robado sin querer esos pequeños momentos de respiro. Cerré mi diario con fuerza, ¿qué estaría pensando al verme de esa manera? ¿Que fingía, que estaba bien? No supe cómo sentirme, pero sí sabía que Eduardo había traspasado la pequeña línea de confianza...

Quizá no debía pensar de esa manera, al fin y al cabo es mi médico y puede venir tantas veces como quiera y sin ningún tipo de horarios. Pero... yo creí que era él en quien podía confiar, con quien podría soltarme por fin, tras tantísimo tiempo en silencio.