Eduardo.
¿Qué he hecho?
No me arrepiento, para nada, pero hoy, Lunes por la mañana, deambulo por los pasillos de mis pacientes preguntándome qué hice diciéndole a Sara que estaba enamorado de ella.Lo estoy, claro... eso es algo que no puedo negar, ni a mí mismo ni a ella. He intentado ocultar esos sentimientos día tras día, pero al fin y al cabo sabía que tendrían que salir, y he hecho que salieran de la mejor manera posible.
Por su reacción, creo que a Sara le gustó escucharlo y, de hecho y estoy casi seguro, es recíproco. Le gusto tanto como a mí me gusta ella pero, detrás de todo esto que ambos sentimos, ¿qué se supone que hay?
A ese tema llega mi pregunta. Estoy enamorado de Sara, ella está enamorada de mí, ¿y qué se supone que vamos a hacer ante eso? No podemos hacer nada, ella está aquí, ingresada como una paciente más... una paciente mía.
— Mi jefe, tan perdido como siempre — Héctor irrumpe dentro de mi cabeza — ¿Qué haces en medio del pasillo, todavía no te sabes el hospital?
— Estaba pensando en qué paciente visitaré primero — Me aclaro la garganta.
— No pienses entonces mucho, está clara la decisión — Me guiña un ojo, dándome un codazo en las costillas — Sara es tu favorita.
— Ningún paciente es mi favorito — Frunzo el ceño, alejándome de la habitación 205 y yendo hacia otra cualquiera — ¿Me acompañas?
— Tengo cosas que hacer, nos vemos a la hora de la comida — Contesta confuso ante mi reacción.
Se despide con la mano mientras yo entro a la habitación de Concepción. Estoy seguro de que esta semana será la última que esa mujer pase aquí. Reconoce quién es y toda su anterior vida, lleva el medicamento adecuado... por lo que ya he hecho por ella todo lo posible. Solo me queda rezar para que no vuelva a pasarle algo como eso.
Charlo con ella normal y corriente, corroborando que ya no converso con una mujer con múltiple personalidad, si no con una misma persona, una sola mujer que ya se ha aceptado a sí misma.
Sin embargo, con Antonio la cosa no parece avanzar. En tan solo un día ha vuelto a almacenar tanto como puede bajo la cama.
— ¿Qué es esto, Antonio? — Le digo apenado, enseñándole un envoltorio de galletas.
— No... no lo sé — Dice, confuso. — No recuerdo haberlo visto antes.
— Lo has guardado tú — Suspiro — No puedes guardar todo cuanto puedas, Antonio, ¿lo entiendes? Quieres irte a casa y yo quiero que lo hagas, pero no puedo dejarte de esa manera, tienes que curarte.
Esa misma mañana hablo con Miguel, el director del hospital, para que intente dar con la hija de Antonio. Quizá si la ve su mentalidad cambie, necesito hablar con ella.
— Está bien, Eduardo — Me dice sonriendo, ojalá todos los jefes fueran tan comprensivos como él — Te haré saber las últimas noticias sobre la hija de ese hombre tan pronto como me sea posible.
Dándole las gracias, salgo del despacho. Recuerdo que en diez minutos he quedado a comer con Héctor así que me encamino hacia la cafetería. Cuando llego, ya esta ahí.
— Odio los Lunes — Me dice en medio de un profundo suspiro.
— Ya somos dos — Contesto. Aunque en realidad me da igual el día que sea si puedo venir a trabajar y ayudar a la gente.
— ¡Venga Eduardo! — Exclama ahora metiéndose una patata en la boca — Pero si tú vienes hasta los Domingos.
— No tenía mucho que hacer en casa — Me encojo de hombros — Así que me pasé por aquí.
![](https://img.wattpad.com/cover/100376759-288-k759359.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El diario secreto de Sara.
RomantizmEduardo, un médico que a pesar de haber sacado su carrera hace varios años con la mejor nota de su promoción, solo ha pasado de despacho en despacho sin destacar entre los mejores médicos. Hasta que un día y sin esperarlo, le llega una oportunidad q...