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Sara.

Día 131.

Ha venido tarde pero, como tantas veces he oído a mucha gente decir; lo bueno se hace esperar. Ahora entiendo el significado de la frase.

Creo que eran cerca de las doce cuando ha hecho su peculiar llamada, dos toques a la puerta, y ha entrado. Iba sonriendo y, como siempre, parecía algo nervioso. Con su ropa totalmente impecable y, sin embargo, tan despeinado como cada día.

Pero lo importante es que he podido hablar con él, no mucho... pero dado estos últimos meses, bastante bien. Incluso me ha hecho reír contándome que estaba nervioso, ¡como si no se le notara!

Me he empezado a fijar en esas pequeñas manías que tiene; como fruncir el ceño cuando piensa en algo, o rascarse la nuca cuando está nervioso... supongo que no relacionarte con casi nadie en tanto tiempo, te hace fijarte más en cosas a las que antes no dabas importancia. Sin embargo, él es muy observador, me ha sorprendido que me preguntara acerca de lo que más me gusta hacer: escribir.

En resumen, creo que Eduardo está comenzando a alegrarme mi estancia aquí. Sé que para él soy una paciente más, de las primeras pero sin duda una de tantos. Sin embargo él para mí se ha convertido en esa mano que agarra la tuya para comenzarte a sacar del hondo pozo en el que me había quedado atrapada.

El diario secreto de Sara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora