(47)

2.2K 205 48
                                    

Eduardo.

Me dispongo a irme a casa, como siempre me he pasado un par de horas de mi turno laboral, pero supongo que se ha convertido en una costumbre agradable, por lo que ha dejado de importarme. Son cerca de las once cuando ya duchado y dadas las buenas noches a Sara, salgo por la puerta del hospital.

— ¡Eh, jefe! — Héctor me llama desde la acera de enfrente, está con ropa de calle, mejor dicho, de fiesta. Claro, es sábado por la noche. — ¿No te quedas a tomar una copa?

— Hoy no — Cruzo la calle para no andar a voces — No tengo muchas ganas, ayer fue suficiente para mí.

— ¡Vamos! — Pone una mano en mi hombro — Mónica está dentro, pensé que vendrías con ella.

— Las cosas con Mónica no van del todo bien — Suspiro, es lo que me faltaba para saber que no debo entrar ahí — Tenía dudas antes, y ahora que he conocido cosas que forman parte de su vida, tengo algunas más.

— Entiendo — Asiente, pensativo — Pues dejemos el tema de Mónica de lado esta noche, quiero hablarte de otra cosa.

— Solo quieres que me quede — Río cuando me hace gestos para que entre al pub.

— Puede — Se encoge de hombros — Pero si no vienes no vas a saber si es verdad o no lo que tengo que contarte.

Suspiro y lo sigo, diciéndome que esta noche sí, que será una copa y nada más, y que por supuesto, no voy a ser taxista de nadie.

Veo a Mónica entre un grupo de gente, ella también me ve, pero intento disimular y meterme entre los compañeros de hospital, aunque no funciona y pronto la tengo a mi espalda, llamándome insistente. No me apetece estar con ella, a pesar de que parece que tenemos algo, que somos... pareja, ¿no? No lo sé, pero si es así, siento que no debemos seguir siéndolo. He comprendido que Mónica pudo ser una ilusión, pero pasajera. No siento nada por ella más allá de que me agrade su compañía, pero en cambio veo a Sara y...

— ¿Me estás evitando? — Me encara, parece enfadada pero no la escucho bien debido a los gritos del sitio.

— Supongo que sí — Me encojo de hombros, echando el aire por la nariz.

— Me dijiste que todo estaba bien entre nosotros — Se cruza de brazos, cortándome el paso a cualquier lado.

— Creo que... no te dije algo como eso — Arrugo la nariz pensando, a veces no me acuerdo de las cosas — Mira Mónica, no sé hacer este tipo de cosas — Me sincero — Pretendía esquivarte porque no siento que quiera estar contigo, pero no quiero hacerte daño... solo que...

— Ya, vale — Chasquea la lengua — Lo comprendo y respeto tu decisión, pero no puedes zanjar esto por una estúpida borrachera, ya te pedí disculpas.

— No es por eso...

Pero una mano agarra mi hombro y me arrastra, metiéndome entre mucha gente y haciendo que pierda de vista a Mónica, miro por encima de las cabezas, pero nada. Supongo que habrá vuelto con las otras.

— Pensé que debía sacarte de ahí — Héctor sonríe a mi lado.

— Pensaste bien — Asiento aliviado. Es cierto lo que le acabo de decir a Mónica, no sé terminar con una relación, ni sé dar el tipo de explicaciones que suelen darse cuando terminas con algo así. — Oye, ¿qué es eso de lo que querías hablarme?

— Oh, sí — Sonríe — Es sobre Sara, ¿sabes que ha estado a punto de hablarme hoy?

— ¿No lo ha hecho? — Pregunto interesado, esto va bien.

El diario secreto de Sara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora