Corrió, de verdad, que lo hizo.
Entonces, observó fijamente al hombre uniformado que se estaba interponiendo en su camino, alzó ambas manos hacia el frente y lo hizo volar por los aires, consiguiendo que su cabeza se estrellara contra el muro y quedara totalmente inconsciente.
Se abrió paso entre las pocas personas que la observaban con asombro y con temor, y llegó al lugar: una gran bóveda, en donde había visto que guardaban el dinero. No lo pensó dos veces y se adentró con la mochila colgando en sus hombros. Lo hacía rápido, sabía que si la atrapaban estaría en graves problemas.
Un policía le apunto con su arma, pero ella no le dio importancia y siguió guardando el dinero. No estaba orgullosa de lo que estaba haciendo, pero se dijo a sí misma que sólo serían unos cuantos billetes, así podría sobrevivir unos meses.
—¡Detente! —ordenó otro policía, que estaba de pie junto al marco de la bóveda. El hombre tenía una pistola entre sus manos y le estaba apuntando, al igual que su compañero que se encontraba a su costado.
—Lo siento, no puedo —negó, haciendo su voz un poco más grave de lo normal y se acomodó la vieja y rubia peluca que llevaba puesta. Estaba claro que no quería que su identidad fuese descubierta.
—Dispararé —advirtió el policía, quitándole el seguro a su pistola. Ella se detuvo, los miró por una fracción de segundo, alzó ambas manos hacia el frente y, sin previo aviso, los hizo volar por los aires. Ambos oficiales fueron estampados contra la pared, quedando inconscientes.
—Lo siento —susurró a la nada. Entendía que estaba mal lo que estaba haciendo, pero no sabía qué otra opción tomar. Estaba cansada de mendigar, estaba cansada de no saber si podría comer ese día o no.
Transcurrieron unos escasos minutos y decidió que ya era hora de irse, más guardias vendrían y ella ya estaba cansada como para hacerlos volar también a ellos. Cerró la mochila con el dinero, acomodó la tela con dos orificios que funcionaba de máscara -que le cubría la mitad del rostro- y se dispuso a emprender su camino hacia la salida.
—No creo que puedas llevarte todo eso —una voz grave, potente y quizás algo distorsionada, la tensó e hizo que se pusiera velozmente la mochila sobre sus hombros. Esta vez observó hacia la puerta de la bóveda y pudo divisar a un hombre con traje de color rojo.
"Entonces, no eres un mito", pensó.
Había escuchado de él, pero, ciertamente, creyó que sólo eran mentiras por parte de las autoridades para que los villanos le temerían a algo.
Por obvias razones no sabía quién se escondía bajo la máscara que le cubría la mitad del rostro y parte de la barbilla. Lo único que conocía era acababa con los villanos, o eso era lo que había escuchado.
—Lindo traje —masculló antes de alzar su mano derecha y tratar de derribarlo, pero para su sorpresa aquello no ocurrió. Lo único que fue capaz de ver fue una especie de rayo de color anaranjado con rojo, luego que el desconocido se moviera de lugar. Ella parpadeó varias veces y frunció el ceño.
"Oh, entonces corres rápido", pensó.
—Eso fue un poco lento —otra vez la misma voz le habló. Ella volvió a girarse para encontrarse con el tipo de traje rojo. Desconcertada intentó atacarlo, pero, otra vez, no tuvo éxito. Intentó un par de veces más, pero no logró darle con su poder en ningún momento.
Se sintió frustrada, a la vez que muy cansada y débil, sentía que en cualquier momento sus piernas fallarían y terminaría de bruces contra el suelo. Agitó la cabeza y trató de recomponerse. Agarró fuertemente las correas de la mochila y decidió empezar a correr. Debía huir de ahí, o se desvanecería en cualquier momento.
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Innocent Blood [The Flash] Barry Allen / Caitlin Snow
FanfictionLa pequeña metahumana vagaba por las calles de Central City cuando aquel velocista se cruzó en su camino, cuando aquel héroe trató de mostrarle algo diferente a lo que estaba acostumbrada. Para Flash y su equipo no estaba dentro de sus planes cruza...