—¡Te odio! —Madison volvió a repetir, aunque era una completa mentira. La verdad era que quería odiarlo en serio, pero no podía hacerlo y estaba furiosa consigo misma por ello —Lo prometiste —repitió nuevamente.
Sus puños golpearon el abdomen del chico un par de veces. Se estaba desquitando con él por haberla engañado, por haberla hecho sentir bien y luego romper su promesa.
—Madi, Madi. Te vas a hacer daño —replicó Barry, sosteniéndole suavemente las muñecas, tratando de que no siguiera con los golpes. La niña forcejeó bruscamente contra el chico.
—Lo prometiste —dijo otra vez, ignorando las palabras del castaño. Madi se soltó del agarre del muchacho y siguió desquitándose con sus puños.
—¡Ya basta! —escuchó que él alzaba la voz, escuchó la determinación en sus palabras, la firmeza, y le hizo recordar a Moreau. Se detuvo de inmediato, miedosa a lo que podía hacerle.
¿Había perdido la paciencia? ¿Ahora sí la lastimaría?
Barry observó los ojos de su pequeña acompañante y se arrepintió en el acto por haber alzado la voz. La niña se quedó quieta en su lugar, nuevamente esperando algo que Barry nunca haría.
—No... —murmuró Madison, entendiendo mal la acción del castaño cuando puso una rodilla en el suelo y colocó gentilmente sus manos sobre los brazos de ella.
Cerró los ojos esperando que la zarandeara bruscamente, esperando algún tipo de golpe, alguna bofetada, quizás algún objeto dañando su piel; pero obviamente nada de aquello ocurrió.
—Nunca voy a hacerte daño, cariño —expresó el chico, haciendo que Madi abriera sus ojos y lo observara con detenimiento por aquel apodo que no le disgustó en lo absoluto —Lo lamento mucho. Lamento lo que te ocurrió. Lamento haber roto mi promesa. Lamento haberte engañado sobre lo de Flash. Pero te juro que lo hice para ayudarte... para protegerte —expresó con sinceridad el muchacho.
Las palabras de Barry calaron en lo más profundo su ser. Sentimientos cálidos y nuevos volvieron a recorrer su pecho. Madison sentía muchas cosas a la vez. Su vista se nubló sin poder evitarlo, sus ojos se llenaron de lágrimas y, sin poder contenerlas, derramó algunas cuantas.
El chico limpió con sus pulgares aquellas lágrimas y la niña reaccionó. Estaba llorando frente a él, frente a otra persona.
—No puedo... No puedo hacer esto —indicó con la voz entrecortada. Se soltó del agarre de Barry y comenzó a correr.
No quería cruzarse en el camino con nadie, así que decidió ir a esa habitación que le habían dado -pero que no usaba- hasta que capturaran a los chicos que la habían golpeado. Cerró la puerta y se apoyó en ella por varios minutos, se obligó a regular su respiración y limpió las lágrimas secas en su mejilla.
Su corazón bombeaba tan fuerte que podía sentirlo palpitar detrás de sus orejas. Las emociones seguían revueltas en lo más profundo de su ser.
Trataba de encontrarle sentido a todo aquello, pero no pudo. Sentía que explotaría, así que se desquitó con los objetos del cuarto. La lámpara cayó, haciendo un estruendoso sonido. Aquello la hizo sobresaltar, pero no evitó que sus pequeños puños colisionaran contra la blanca pared. Siguió golpeando hasta que de sus nudillos comenzaron a salir sangre, hasta que las lágrimas volvieron aparecer, hasta que se insultó de mil formas.
¿Por qué había confiado en ellos? ¿Por qué él le había dicho esas palabras, confundiéndola aún más? ¿Por qué sentía que podía perdonarles, cuando lo único que quería era odiarlos?
Sintió sus rodillas temblar, así que se dejó caer contra el suelo. Soltando un sollozo cargado de frustración y tristeza. Sentía que necesitaba a Hayley más que nunca, pero la habían apartado de su vida y aquello dolía como los mil demonîos.
No había sido preparada para toda esta clase de emociones. No había sido preparada para sentirse querida o amada. Hayley le había dado todo su amor y cariño, pero Hayley era también una niña, alguien de su cercana edad. Estas personas eran mucho mayores que ella y aun así la estaban tratando como si la quisiesen.
Las acciones de Barry y Caitlin estaban logrando que ese pequeño caparazón que había construido a largo de su vida, se empezara a desvanecer, como si de arena entre sus dedos se tratara.
Sin pensarlo una segunda vez, hizo un esfuerzo para levantarse del suelo y echarse en la cama. Se colocó de costado y se hizo un ovillo. Las lágrimas no tardaron en salir y se permitió llorar sin reprenderse o insultarse por ser tan débil.
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Innocent Blood [The Flash] Barry Allen / Caitlin Snow
FanfictionLa pequeña metahumana vagaba por las calles de Central City cuando aquel velocista se cruzó en su camino, cuando aquel héroe trató de mostrarle algo diferente a lo que estaba acostumbrada. Para Flash y su equipo no estaba dentro de sus planes cruza...