Innocent Blood [The Flash] Barry Allen / Caitlin Snow

Capítulo 19

—Madi —escuchó su nombre por, quizás, séptima vez. Barry la llamaba e intentaba entrar al pequeño cuarto, pero la niña había puesto seguro a la puerta. Y él no podía, más bien, no quería traspasarla. Sabía que si utilizaba sus poderes la mujer que los mantenía presos se enteraría.

Madison ya había dejado de llorar hace ya un tiempo. Sólo estaba quieta en la misma posición, apoyada contra la puerta del baño, echa un ovillo.

Barry quería saber si la niña se encontraba bien, pues ya no podía escuchar ningún tipo de ruido desde el otro lado de la puerta.

En cambio, la niña sólo quería que él dejara de llamarla, que se callara de una vez por todas.

»Madi, sólo dime si te encuentras bien —murmuró el chico. Su tono cargado de preocupación.

Madison liberó un pequeño suspiro ¿Por qué él seguía preocupándose por ella? ¿Acaso no la había oído? ¿Acaso no había escuchado su confesión?

No se suponía que debía seguir preocupándose por ella, después de lo que había dicho. Conocía muy bien aquella regla que Flash, como héroe, jamás rompería: asesinar a alguien. Madison ya lo había hecho ¿Por qué no la estaba odiando?

La menor soltó otro suspiro cansino y lleno de frustración. Luego de meditarlo un momento se atrevió a levantarse.

Madison dudó unos segundos más para luego limpiarse las lágrimas que quedaron en sus mejillas, y se acercó hasta la puerta. Removió el seguro y retrocedió unos pasos. Vio la puerta ser abierta y observó la expresión de Barry, una de alivio. La niña estaba desconcertada.

»No vuelvas hacer algo así, Madi —medio reprendió el muchacho, atrayéndola hacia él para envolverla en un abrazo.

Madison se quedó quieta en su lugar, no entendiendo la reacción del muchacho. Barry la separó ligeramente de él y la sostuvo de los brazos

»No puedes encerrarte así. Siempre puedes hablar conmigo. —la pequeña lo observó unos segundos, frunciendo ligeramente el ceño.

Finalmente, Madison se alejó y salió del baño para posicionarse en el medio del cuarto con los brazos cruzados, observando a un extrañado Barry.

—¿Acaso no escuchaste lo que dije? —preguntó una vez que Barry salió hacia el amplio cuarto.

—Madison, sé que hay una explicación...

—No —interrumpió la niña —¿Por qué no estás odiándome? Acabo de romper una de tus más importantes reglas —murmuró Madison, su corazón latiendo a mil por hora contra su caja torácica —Deberías castigarme, rompí una de tus reglas.

El muchacho soltó un suspiro y se sentó en una de las camas, la niña quedando en su diagonal, casi a su misma altura.

—Madison. No te odio. No voy a castigarte ¿Por qué estás diciendo todo eso?