Capítulo 33

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—No —Madison susurró entre sueños. Sus ojos se abrieron de golpe, su garganta se sintió seca y la oscuridad fue lo primero que vio.

Madison se sentó de inmediato y respiró con algo de dificultad, sentía que sus pulmones estaban comprimidos sin dejar pasar el aire con normalidad. Cerró un momento los ojos y se obligó a tranquilizarse.

"Sólo fue un sueño" repitió en su cabeza un par de veces mientras regulaba su respiración.

Luego de unos minutos, la niña pudo conseguir que sus pulmones se llenaran completamente, aunque su corazón seguía latiendo con rapidez contra su caja torácica.

Frotó sus ojos con sus puños y prendió la lámpara que se encontraba en la mesa de noche. La luz le molestó unos segundos, hasta que su visión se acostumbró a la luz artificial. Observó el pequeño reloj que tenía al lado de la lámpara y se dio cuenta que era la 1 de la mañana.

Soltó un suspiro.

Intentó con todas sus fuerzas volver a conciliar el sueño, pero no tuvo éxito alguno. Soltó un resoplido de frustración y decidió levantarse de la cama.

Como había dejado la luz de la lámpara prendida, no tuvo dificultad en encontrar aquellas cómodas zapatillas que le había regalado Caitlin. Se sentó en el piso y se colocó el calzado, luego agarró un abrigo y se lo puso.

Con mucho cuidado de no hacer ruido, se dirigió hacia el baño del segundo piso, prendió la luz y entró, cerrando la puerta tras de ella. Su reflejo le dio la bienvenida y lo observó unos largos segundos para luego abrir el grifo y tomar un poco de agua.

—Sólo fue un sueño, Madi —le habló a su reflejo en un susurro, su voz había sonado un poco ronca —Ellos no están vivos —negó levemente con la cabeza y se dispuso a salir del mediano espacio.

Había soñado lo mismo hace ya unas semanas atrás. Su cerebro parecía empeñado en enseñarle algo que no comprendía en lo absoluto.

Sus rostros borrosos se reproducían en su mente una y otra vez junto con las palabras de Moreau «Tu padre mató a tu madre, o eso fue lo que pensamos» Ni siquiera entendía por qué se ponía a pensar en ellos, en aquellas personas que la abandonaron cuando tan sólo era una bebé.

Caminó por el pasillo y con sigilo bajó las escaleras hasta llegar al primer piso, por suerte las luces de los faroles de la calle se colaban por las ventanas de la sala y la dejaban ver, por lo menos para que no rodara escaleras abajo o se tropezara con algo.

Siguió dando cortos pasos, esforzándose por llegar a la mampara que separaba el mediano espacio del jardín de la casa. Llegó con éxito hasta la sala y despacio abrió la puerta de vidrio, por suerte esta estaba cuidada y no rechinaba al abrirla.

El aire gélido de la madrugada golpeó su pequeño cuerpo, haciendo que su cabello bailara al compás del viento. No se molestó en cerrar la puerta corrediza y caminó hasta llegar a aquel sillón de madera que descansaba sobre el césped no tan cuidado.

Se acercó hasta el único mueble y tomó asiento. El sofá estaba en un buen lugar, en medio de todo ese espacio, como si alguien hubiese puesto aquel mueble estratégicamente para poder contemplar el bonito y el enorme cielo.

Se apoyó en el respaldar no tan cómodo del sofá y alzó su cabeza para observar el estrellado oscuro cielo, también pudo divisar una enorme luna llena que iluminaba el lugar.

Soltó otro suspiro.

Y su mente comenzó a maquinar ideas, pensamientos y un sinfín de preguntas que no podía darles respuestas.

Innocent Blood [The Flash] Barry Allen / Caitlin SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora