Innocent Blood [The Flash] Barry Allen / Caitlin Snow

Capítulo 24

Madison salió de la habitación, dejándose llevar por el exquisito olor que provenía de una de las áreas de los laboratorios. Extrañamente, no había nadie, sólo estaba la caja de pizza y una botella de Coca-Cola. Su estómago rugió y Madison se dirigió rápidamente a la improvisada mesa en donde se encontraba el alimento, y trepó a una de las altas sillas.

Abrió la caja y se dispuso a agarrar una enorme porción de la deliciosa pizza.

—Wow, veo que tenías hambre —la voz conocida de Cisco se coló por sus oídos. Tragó el pedazo que tenía en la boca y volteó a ver al chico.

—¿Acaso tu cabello creció desde que me fui? —la niña cuestionó alzando una ceja con algo de ironía. Le gustaba molestarlo.

—Hey, no te burles de mi cabello —la niña sonrió. No lo admitiría en voz alta, pero había extrañado al pelinegro —Me alegro de que te encuentres bien —Cisco sonrió, expresando sinceridad y cierto alivio. El pelinegro se acercó y le revolvió ligeramente su castaño cabello.

La niña también quiso hacer lo mismo con el cabello del chico, pero antes de que pusiera una mano sobre su cuero cabelludo, Cisco se alejó.

—Nop, aleja tus grasosas manos de mi cuidado cabello —la niña rodó los ojos, pero luego de unos segundos una malévola sonrisa apareció en su rostro —Oh, ni lo pienses, niña —pero Madison ya había bajado de un salto de la silla y a Cisco no le quedó más remedio que empezar a correr.

Madison lo persiguió más o menos por tres minutos, antes de que Barry entrara a la enorme sala.

—¿Qué se supone que están haciendo? —cuestionó un desorientado Barry, cruzándose de brazos, haciendo un gesto algo divertido para la niña. Madison se acercó hasta donde estaba Barry y alzó la cabeza.

—Nada, simplemente quería abrazar a Cisco y él empezó a correr como un loco —la niña fingió una inocente sonrisa.

—Oh no, tú querías poner esas grasosas manos en mi cabello. —Cisco se colocó detrás de Barry.

—No es cierto —hizo un pequeño puchero que sacó una débil sonrisa al velocista —Yo sólo quería... —intentó avanzar hacia donde estaba Cisco, pero el de cabello largo usó a Barry de escudo.

—No dejes que se me acerque —murmuró un dramático Cisco.

Barry y Madison rodaron los ojos.

En cuestión de segundos, gracias a su velocidad sobrehumana, Barry le acercó una servilleta a la niña.

—Que aburridos son —la niña agarró la servilleta y, finalmente, se limpió las manos.

Barry sonrió, dejó a Cisco atrás, revolvió ligeramente el cabello de la niña y comenzó a caminar hacia la enorme caja de pizza, agarrando un enorme pedazo para empezar a comer.