CAPÍTULO 1. Un regalo peculiar

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Habían dado las 7:30 h de la tarde en la casa de Los Stevenson. Se trataba de un día especial para esta familia, en concreto para uno de ellos.

Emma, la hija mayor de la familia, cumplía 18 años. Es por ello que su madre Charlotte, decidió organizar en casa una fiesta en su honor, invitando por supuesto a todos los miembros de la familia.

- ¿Alguien puede abrir la puerta por favor? ¡Estoy terminando de vestirme!. Marcus abre tú, que no estas ocupado.

- Ya voy mamá.

Marcus se dirigió hacia la puerta de su casa cuando de repente, una avalancha de efusivos besos y abrazos se echaron sobre él. Todos los familiares entraron al unísono, creándose un bullicio y estruendo de voces alternadas, mientras accedían al interior.

- ¡Madre mia Marcus cuánto has crecido! ¡Ya estas hecho todo un hombretón!. Mírate, estas guapísimo.

-Gracias abuela- devolviéndole el cumplido con un par de besos en la mejilla.

-Marcus, haz pasar a los invitados al salón- dijo la madre bajando a toda prisa por las escaleras- ¡Hola mamá! ¡Hola hermana! ¿Cómo está mi sobrino pequeño? ¿Como estáis? ¡Peter!¡Cuánto me alegro de volver a verte! Pasad por favor, adelante. Estáis en vuestra casa.

Entre tanto reencuentro familiar y la llegada del resto de invitados, Emma y su padre aún se encontraban en el piso de arriba terminando de arreglarse para la ocasión.

-Emma date prisa, tu hermano y tu madre ya están abajo con todos.

- Me queda ponerme los zapatos y estoy, ve bajando tú- respondió la joven mientras se agacha para alcanzar de debajo de su cama sus botas camperas favoritas.

Antes de salir de su habitación, quiso echar un vistazo rápido a su móvil. Sin moverlo de su sitio, presionó el botón de desbloqueo de pantalla. Tenía siete notificaciones, cada una de ellas era un mensaje de sus amigos felicitándola. Pero ninguno de Chloe, su mejor amiga.

Disgustada por no recibir respuesta suya, bajó por las escaleras para ir al encuentro de todos. Al llegar al salón, todos la recibieron con una gran acogida.

- ¡Aquí esta mi nieta guapísima! ¡Felicidades mi amor! ¡Hoy por fín han llegado tus ansiados 18 años!.

-Gracias abuela- dijo Emma con una amplia sonrisa.

Entre Emma y su madre se creó un fugaz cruce de miradas. Ella estaba decepcionada pues que su mejor amiga, no iba a asistir al cumpleaños. Pero aquel pensamiento desapareció en el preciso instante en que su padre, Robert, apareció con una enorme tarta de 3 chocolates.

-¿Quién quiere un poco de tarta?. ¡Marcus y yo la hemos echo esta misma mañana!- sonrió su padre con satisfacción.

Emma se dirigió a su hermano con un cierto grado de sorpresa:

-No tenía ni idea de que se te daba bien la repostería hermanito, creía que era un farol.

-En realidad, hay bastantes cosas que no sabes sobre mí - dijo Marcus retirándose con un amistoso guiño.

Tras la deliciosa merienda, llegó la hora de entregar los regalos a la joven cumpleañera. Todos fueron una sorpresa para Emma; algunos gustaron más que otros, pero en definitiva todos fueron bien acogidos. Sin embargo, faltaba el más importante.

-Bueno, ahora toca entregarle mi regalo. Apartaos todos - respondió la abuela haciendo aspavientos con la mano- toma querida, esto es para tí. Espero que te guste.

- Seguro que sí abuela, me encantará- transmitiéndole una gran sonrisa de ternura.

Primero, analizó el tamaño mediano y la forma rectangular del regalo. Conforme rompía el papel de envoltura, comenzóa descartar posibilidades: demasiado pequeño para ser un portátil, demasiado grande para ser una cámara, no parece ser un estuche de maquillaje, un posible perfume....

Entre tanto papel de regalo, finalmente encontró un libro. Parecía ser bastante antiguo. Su tapa era de color azul oscuro muy despintada, la encuadernación interna ligeramente deshilachada, la tinta de las letras prácticamente borradas y varias páginas rotas por la mitad. Lo único que podía apreciarse con claridad era el título de la portada:

"Instituciones, normativas y leyes. Por William Foster."

Emma no supo exactamente como reaccionar ante aquel regalo, pues siendo sinceros era un libro que además de estar muy estropeado, no parecía especialmente entretenido. Así que, fingiendo, mostró una gran sonrisa a su abuela, a la que le dió dos besos por el presente dado.

                             • • •

Pasadas las horas, comenzó a anochecer; por lo que los invitados fueron despidiéndose y marchándose de la fiesta respectivamente. La última en irse fue, por supuesto, su abuela.

-Emma, dame dos besos, corazón.

Pero cuando Emma se aproximó a ella, esta se acercó a su oído y entre susurros le dijo:

- Ese libro, es muy especial para esta familia. Consérvalo con mucho cuidado y sobre todo, disfrútalo. Pero lo más importante, debes prometerme que tu madre no descubrirá que lo posees. Así que, escóndelo en un lugar secreto y ábrelo sólo cuando estés sola.

• • •

Una vez se marcharon todos, la casa quedó en completo silencio. Ya habían dado las 11:30h de la noche y todos estaban agotados del día.

-Venga, vamos a recoger todo esto y así podremos irnos pronto a dormir-suspiró su madre.

Mientras Emma y Marcus recogían toda la cubertería y arreglaban el salón desordenado; Charlotte y Robert se dispusieron a limpiar la cocina ensuciada.

- ¿Qué te ha regalado tu abuela, Emma? No llegué a verlo.- dijo Charlotte mientras guardaba en la nevera un pequeño trozo de tarta que había sobrado de la fiesta.

Emma, sorprendida y ligeramente nerviosa por la pregunta, respondió:

- Un estuche de pintauñas, de bastantes colores

Ella no entendía porque tenía que mentir a su madre y esconder aquel secreto, puesto que ni siquiera sabía cuál era el contenido de ese libro. Su curiosidad, incrementaba conforme pasaban los minutos.

Una vez recogido y limpiado toda la suciedad, cada uno se dirigió a sus habitaciones respectivas mientras se daban las buenas noches. Emma se apresuró a su cuarto cerrando rápidamente la puerta. Sacó el libro que aún permanecía dentro de la bolsa de regalo y se lo llevó consigo a la cama, donde se tumbó y se dispuso a apreciar su exterior con delicadeza.

No comprendía porque su abuela le había entregado aquel libro. No era de aventuras, ni fantasía, thriller, amor... nada que pudiese llamar la atención a una joven de 18 años, en principio.
Comenzó a leer las primeras páginas y en efecto, era un auténtico aburrimiento. Tal y como se describía en el título de la portada, su argumento no iba más allá de normas de la ciudadanía, leyes penales y una gran cantidad de contenido que no comprendía.

De repente, al llegar a la página 26 del libro, una gran luz blanca nítida brotó repentinamente de este, con cada vez más potencia. Emma se quedó absorta. ¿Qué era lo que estaba sucediendo?. Pero además de esto, pudo apreciar como aparecía una sensación de picor en la zona de su muñeca derecha, del cual surgió un símbolo de lo más peculiar.

Era de color azul, con brillo propio, un dibujo difícilmente tangible del que sólo se podía apreciar un pequeño círculo en cuyo interior había extrañas figuras.

Atemorizada, Emma lanzó el libro al suelo lo más rápido que pudo y se escondió bajo sus sábanas.

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