CAPÍTULO 28. Nada es lo que parece

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Un terrible dolor agudo la despertó de golpe. Se encontraba en sala muy oscura sin ver nada a su alrededor. Tardó unos segundos hasta que su vista se acomodó. Estaba maniatada a una silla con una fuerte cadena que impedía su movimiento.

Escuchó unos pasos que se acercaban hacia ella con lentitud.

-Tú debes ser la chica que no para de causar problemas, ¿verdad?.

Intentó reconocer la voz masculina de aquel hombre, pero no la identificó con ninguna conocida. No se trataba de Mike, eso estaba claro.

-¿Eres uno de los idiotas veteranos?.

-Chica, por tu bien cuida esa boca.

-¿Por qué me habéis retenido?. Soy inocente.

-Eso ya lo veremos. Por ahora, permanecerás aquí hasta que se demuestre lo contrario. Cualquier intruso que entre en Homeland sin permiso es nuestro enemigo.

-Soy una Aclaryel, como vosotros. No soy vuestra enemiga, soy vuestra aliada.

-Si Mike te expulsó, fue por algo. Diste mucha guerra en su momento durante los juegos, será mejor que estés callada y te mantengas al margen de todo esto. Corderito.

-¿Qué?.

-¿Ya lo has olvidado?. Elige: león o cordero.

-¡Eres un cabrón! ¡Tú elegiste hacer el simulacro como prueba!.

-Fue una idea brillante, debes admitirlo.

-¡Vete a la mierda!. ¿Qué pretendías, manipularnos?, ¿jugar con nuestras mentes?.

-Saber cuales son vuestros miedos, analizarlos y así poder prepararos para la ocasión.

-Para la batalla, querrás decir. Estáis de su parte.

-Aquí no hay ni buenos ni malos chica, aquí solo hay ganadores y perdedores. Y yo estoy en el bando vencedor.

-En cuanto salga de aquí, te voy a patear la cabeza hasta cansarme.

-Inténtalo, adelante- dijo el chico entre risas mientras cerraba la puerta y dejándola de nuevo en las sombras.

                                 • • •

En otro lugar de Kendratán, alejado del campamento Homeland; tiene lugar una importante reunión donde los dirigentes y cargos políticos más importantes de este planeta han sido convocados.

-Señor Fitzgerald, ya están aquí- indicó su guardaespalda.

-Perfecto Stephano, hacedles pasar.

Todos los invitados se sentaron en sus respectivos asientos dentro de la sala para que aquella asamblea diera comienzo.

-¡Bienvenidos!. Es un honor y satisfacción ver que aún cuento con viejos amigos de confianza. Siempre me habéis apoyado incondicionalmente, y esta vez por supuesto no iba a ser menos. En numerosas ocasiones hemos intentado en este plan pero nunca ha podido llevarse a cabo. Hasta ahora. Haremos de Kendratán y del planeta Tierra un gran Imperio. Todos los que antes se burlaban de nuestra idea nos temerán y adorarán al mismo tiempo. Seremos invencibles.

-Señor Fitzgerald, hemos oído que tiene retenidos a los directores de todas las escuelas de Kendratán.

-Así es Plutarc, amigo. En concreto, no a todos. Uno de ellos casi logró escapar la otra noche y bueno, no tuvimos más remedio que actuar.

-¿Lo asesinasteis?.

-¿Algún problema?. Para ganar esta guerra, hay que pelear. Y aunque no me guste mancharme mis pulcras y limpias manos de sangre, a veces no queda otra opción.

-Pero mi señor...

-Plutarc. Espero que no se arrepienta a estas alturas. Ya sabe lo que le sucede a quienes me intentan, bueno, traicionar.

Un par de golpeteos a la puerta interrumpió la reunión momentáneamente.

-¿Quién es?. ¡No ven que estamos ocupados!- exclamó con fiereza.

En aquel momento, tres jóvenes aparecieron en la sala de la reunión.

-Ah, disculpad señores- prosiguió Fitzgerald.- Les había convocado a ellos también. Pienso que es un tema importante que deberían conocer. Estos son mis hijos: Frederic, y los gemelos Margaret y Jake Strauss.

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