CAPÍTULO 36. El concierto parte I

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-La policía ya viene de camino. Está todo controlado.

Curtis se acercó a su amiga Emma para arroparla con sus brazos.

-No te preocupes, ya verás como todo saldrá bien. Estoy convencido.

-¿Y si están siendo torturados?, o peor aún, ¿muertos?.

-Eh, eh. Eso no va a pasar, ¿de acuerdo?. La policía dará antes con ellos.

La joven devolvió el correspondido abrazo mientras dejaba escapar una lágrima por su mejilla. Jake observaba la escena desde la otra esquina de la habitación y no parecía agradarle demasiado, aún así sus pensamientos fueron interrumpidos por la agradable y dulce voz de Cristine.

-¿Chocolate?. He preparado para todos.

-No, gracias. No tengo apetito.

-Vamos, déjate de tonterías y acéptala. No seas descortés. Además, una taza de chocolate caliente siempre viene bien.

La puerta se abrió de repente, dejándose entre ver lo que parecían unas personas reconocibles para Emma. Sus padres habían regresado a casa, sin ningún tipo de herida o rasguño. Parecían tranquilos y despreocupados. Como si no hubiese sucedido nada.

-¡¿Pero?!, ¡dónde os habíais metido, insensatos!, ¡qué os ha pasado!- exclamó alarmada incorporándose de pie.

-Hija, venimos de comprar las entradas. ¿Recuerdas?.

-¡Qué entradas!, ¿de qué estáis hablando?. ¿Estáis de broma, no?. ¿Dónde está Marcus?.

Aún no habían cerrado la puerta cuando llamaron al teléfono. Cristine se acercó hasta éste para descolgar la llamada. Se trataba de la policía, habían dado con el paradero de sus padres. Aunque, en aquel momento ya no era necesario.

-¿Qué ha ocurrido en la casa?, ¡está todo destrozado!- exclamó Charlotte alarmada observando el aspecto del salón con todos los muebles tirados en el suelo.- ¿Han robado algo de valor?, ¿estáis todos bien chicos?.

Los chicos miraron directamente a Emma. Recordaron que todo estaba en orden, salvo por las Cartas Magistrales y aquella nota que dejaron sobre su escrito.

-No mamá, no han robado nada. Está todo bien. Creíamos que os habían secuestrado.

-Salimos un momento a hacer unas compras pero no esperábamos esto...

Sus padres hicieron un intercambio de miradas entre ellos, sospechaban del culpable con claridad. Fitzgerald Strauss. El problema, es que no comprendían porqué buscaban algo de aquella familia.

-¿Comprar unas entradas?- preguntó su hija intrigada pero al mismo tiempo aliviada al ver que nada malo les había ocurrido a sus padres.

-Ten, esto es para tí- Charlotte le entregó seis entradas para un concierto de música rock.- Chicos, necesito que nos ayudéis a recoger todo este desorden. Robert cariño, tenemos que poner una denuncia.

Sorprendida con aquellas entradas en mano, no pudo reprimir un grito de alegría y de ilusión.

-¡No puedo creerlo!, ¡son los Skeleton Wolfs!. ¿Por qué lo habéis comprado?.

-Es tu regalo de cumpleaños atrasados hija, te lo debíamos. Sabíamos que venía tu grupo favorito a la ciudad mañana y hemos pensado que sería la ocasión ideal.

-Mamá... creo que no es buena idea- dijo la joven recogiendo un portarretrato que había alcanzado el suelo.- Mi cumpleaños fue hace más de un mes, ¿de verdad crees que es el mejor momento para ir de concierto?.

-No creo que sea mala idea. Tal y como están las cosas, te vendrá muy bien desconectar un poco. Además, sería una auténtica lástima desperdiciar todas las entradas.

• • •

Emma se enfundó en sus viejos jeans rasgados, se abrochó sus botas y cogió su cepillo de pelo para terminar de arreglar los mechones descolocados.

-Oye- Cristine arrimó la mano al hombro de su amiga para animarla.- Ya verás que lo pasaremos genial.

-Con todo lo que está pasando, no sé si está bien que hagamos esto. El campamento, los asesinatos, los soldados...

-Esta noche no. Esta noche, toca olvidar. Vamos- señaló con el dedo hacia la puerta indicándole la salida a su amiga.

-¿Estáis listos?, ¿quién más falta?- preguntó Lucy desde el piso inferior.

-¡Ya bajamos!.

Todos estaban esperando a las chicas en la entrada de la casa preparados para asistir al concierto. Cuando Emma bajó por las escaleras, Jake no pudo evitar observar lo bien que lucía aquella noche. Curtis abrió la puerta al escuchar el claxon del coche que conducía Sullivan.

-¿Nos vamos ya o qué?- gritaba desde el coche.

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