CAPÍTULO 63. Acecha el peligro

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-Emma. No es lo que parece. Déjame que te lo explique.

Rem alargó su mano hasta Emma para alcanzarla, pero ella la retiró bruscamente por segunda vez aquella noche.

-Dime una cosa. ¿Estamos en el bando correcto?- preguntó tartamudeando.

-Lo que ese árbol te ha mostrado, es tan sólo una posibilidad de lo que puede suceder. No de lo que será.

-¡No me mientas Rem!- golpeó con sus brazos el torso del joven propiciándole un empujón hacia atrás para retirarle aún más de ella.- Somos malos. Lo dice la profecía. Nos convertiremos en lo que odiamos.

-La profecía habla de cuatro Aclaryels con un gran poder de su propio elemento. Si ellos saben controlarlo, todo irá bien. Nada les puede pasar. En cambio, si se dejan llevar por su furia y sus temores , utilizarán el elemento de la forma contraria a como debería ser. Lo usarán para hacer el mal. Pero nosotros, no haremos eso. Juntos- volvió a extender su mano esperando una acción recíproca de Emma.- lograremos usar el poder para vencerles y alcanzar el bien.

La joven miró directa a los ojos de Rem. Qué le estaba haciendo. Qué estaba ocurriendo en su interior. Su corazón no para de palpitar, su estómago se encoge sin explicación, un escalofrío recorre todo su ser con aquella simple y ridícula mirada. Ni rastro quedaba ya de esos recuerdos de Jake. ¿No sentía nada más por él?, ¿y por Rem?. Aquello no era una simple amistad, lo que estaba emergiendo de su ser es una pasión que debería ocultar o más problemas le traerán.

Emma accedió a tomar su mano, y no dudó ni por un segundo en abrazar con fuerza el cuerpo del joven. No quería soltarle, no quería alejarse de él. Por alguna razón, a su lado se sentía a salvo. Como si nada ni nadie pudiese hacerle daño.

-Necesito confiar en ti Rem. Prométemelo- aferró con fiereza la ropa de éste entre sus dedos-. Prométemelo. Quiero sentirme segura contigo, a tu lado.

Como respuesta, el joven creó de entre sus manos una pequeña burbuja de aire que conforme movía sus manos en varias direcciones la iba agrandando, rodeando el cuerpo de ambos en el interior de lo que finalmente resultó ser una gigantesca cápsula de aire que albergaba a los dos.

Sin despegar su mejilla contra el hombro del chico, Emma le agradeció el gesto. Significaba mucho para ella. Y así sin más, permanecieron minutos que parecieron segundos para ella. En pleno silencio, a oscuras, con millones de preguntas sin respuesta.

• • •

Por otro lado, en el planeta Tierra; en concreto en una enorme y gran mansión de estilo victoriano tétrico, un hombre trajeado se pasea de arriba a abajo el largo y estrecho pasillo que une su despacho de un lujoso y gran salón.

-¿Tenemos noticias de mi estúpido hermanito, padre?- pregunta Frederic Strauss, el primogénito de la familia.

-Paciencia Frederic, pronto tendremos señales de vida de esa escoria. Y cuando así sea, el idiota nos desvelará sin remedio alguno su escondite junto con el de sus amigos los rebeldes. Ahora que se ha aliado junto con ellos, nos da mayor ventaja. Su debilidad le ha echo débil, y eso provocará su muerte.

-Si madre te escuchase...

-¡No hables mal de tu madre!, ¡ni se te ocurra!. Nunca dolerá tanto la pérdida de una hija como nuestra pequeña Margaret. Te prometo hijo mío, que lo pagarán muy caro.

-Jake también es tu hijo, ¿acaso lo has olvidado?.

-Para mí, él ya no existe. Dejó que muriese su propia hermana gemela. De no haber sido por él, aún seguiría viva. Merece sufrir.

De repente, un joven escolta entró en la habitación interrumpiendo la conversación.

-Mi señor, hemos encontrado a la joven Olivia intentando escapar de lo que podría ser el antiguo refugio de los rebeldes.

El guardaespaldas tenía agarrada y maniatada a la fuerza a la joven novia de Jake, quien entre vanos intentos de forcejeo para escapar sólo lograba lastimarse más los brazos.

-Habla niña- dijo Fitzgerald con gran solemnidad.- Dónde está ahora tu novio y sus amigos.

-¡No diré ni una sola palabra!- exclamó entre sollozos la joven secuestrada.

-Ya lo creo que lo harás- sacó de su elegante bolsillo de la chaqueta una afilada navaja propiciándole una fina pero suficiente raja en la garganta de la cuál brotaba gran cantidad de sangre.- Habla ahora y te salvaré la vida, o muere.

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