CAPÍTULO 24. Pesadillas y simulacro

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Los novatos estaban colocados en una sola fila aguardando a su respectivo turno para someterse a la cuarta prueba de los Juegos. Se divisaba a lo lejos una pequeña cabaña de madera donde se iba entrando de uno en uno. Al parecer, se trataba de un simulacro por el que todos debían pasar.

Tras un largo tiempo de espera, Emma comenzó a impacientarse hasta que llegó por fin su turno.

Entró en aquel lugar cerrándose la puerta tras de sí cuando de uno de los altavoces que había allí dentro sonó una voz programada de una mujer.

-¿Cuál es tu nombre?-preguntó la desconocida voz.

-Emma Stevenson.

-Bien Emma. Te pondré dos situaciones distintas y debes escoger entre una de ellas. ¿Eliges: vida o muerte?.

Frente a ella apareció el holograma de dos animales distintos. Un salvaje y feroz león frente a un indefenso y pequeño cordero.

-¿Qué se supone que debo hacer?-preguntó la joven desconcertada.

-Elige: vida o muerte.

Sin comprender muy bien la dinámica del juego, decidió continuar como si no hubiese problema en su decisión.

-Elijo vida para el cordero, y muerte para el león.

-Tu decisión ha sido tomada. Como resultado, tu prueba comienza ya.

Emma comprendió que en función de aquella pregunta, el cuarto juego sería diferente para cada novato. Era como una especie de acertijo que definiría la prueba para cada uno.

En aquel instante, todas las paredes de la cabaña comenzaron a desaparecer para dar paso a un habitación oscura, lúgubre y destartalada. De entre las sombras, apareció la figura reconocible de una persona. Alice Cooper.

-¿Alice? ¿Qué estas haciendo aquí?.

Emma intentó preguntarle a la joven aunque en un intento fallido, pues esta saltó en dirección a su fino y delgado cuello tirándola hacia el suelo.

-¡Alice, para! ¡Me estás asfixiando!- pataleaba para defenderse pero no tenía la fuerza suficiente para deshacerse de ella.

A punto de desmayarse sin aire en los pulmones, ésta la soltó. Se incorporó del suelo y prosiguió su camino hacia el final de la habitación hasta desaparecer.

-¡Odio estas pruebas, joder! ¡Casi me matáis idiotas!-gritó aun tumbada mientras se incorporaba recuperando un poco el aliento.

La oscuridad de la cabaña empezó a transformarse en un hermoso paisaje de montaña. Bajo un sol ardiente, Emma se encontraba sobre una ladera, portando un largo y hermoso vestido blanco similar al mismo que llevaba el día de la ceremonia del Árbol Sagrado. Observó el paisaje que tenía a su alrededor, era demasiado hermoso. Pero entre tanta belleza, comprobó que al pie de la colina se encontraba una persona muy querida para ella esperándola con los brazos abiertos. Su abuela Helena.

-¡Abuela!- dijo con gran entusiasmo mientras corría cuesta abajo en su encuentro.

Pero a pesar de avanzar con velocidad, parecía estar cada vez más alejada de ella. Como si no pudiese alcanzarla y por más que lo intentase más lejos estaba de su abuela. Se detuvo un instante, comprobando que la figura lejana de su abuela empezaba a disminuir y empequeñecer. Estaba desapareciendo.

-¡No espera! ¡No te marches aún! ¡Necesito despedirme de tí! ¡Abuela!.

Un cúmulo de nubes y borrascas aglomeraron el cielo en tan sólo unos segundos creando una fuerte ventisca y lluvia que frenaba sus pasos cada vez más.

Después de unos minutos, el tiempo amainó. Pero frente a Emma ya no estaba su abuela, sino dos personas perfectamente conocidas para ella.
Eran Jake y Olivia, ambos estaban abrazados mientras la observaban de reojo con desprecio.

-Fíjate en ella Jake. Es patética. Y ella creía que tendría posibilidades contigo. Por favor.- concluyó Olivia con una malévola carcajada.

-Olvídate de Emma, mi amor. Nunca podrá separarnos.-dijo Jake mientras acercaba su nariz contra la de su novia.

Ella estaba allí, observando todo aquel ridículo espectáculo. "Esto es lamentable, ¿a que juegan los veteranos con esta prueba?"-pensaba Emma.

-¿No nos crees? ¿Acaso piensas que estamos mintiendo?-preguntó Jake ofendido.

-¿Cómo? ¿Has leído mi mente?.

El joven se aproximó hacia ella para arrebatarle un apasionado beso en los labios.

-¿Y ahora, lo crees?.

Emma estaba totalmente sonrojada y ni una palabra fue capaz de pronunciar por su boca.

-Debo admitir que me ha dado mucho asco, Emma. Sigo prefiriendo a mi chica. Ahí te quedas.

Entonces el joven se dio media vuelta agarrado de la mano de Olivia y tal y como aparecieron de la nada, se marcharon.

De repente, notó como una mano estaba colocada sobre su hombro derecho. Se giró para observar de quien se trataba. Era su hermano Marcus, quien estaba completamente ensangrentado, lleno de heridas y quemaduras.

-Nos has traicionado. Por tu culpa, estamos muertos. Ya no puedes hacer nada por nosotros.

-Marcus, ¿de qué estás hablando?.

-Fuiste una idiota y no viste lo que tenías delante de tí. Un gran peligro, una amenaza. Es todo por tu culpa.

-¿Dónde están papá y mamá?.

-Muertos, como yo lo estaré dentro de poco.

-¡Marcus habla claro! ¡No te entiendo!-gritó desesperada mientras balbuceaba.

-Eres una inútil. No mereces tu elemento.

-¡Marcus qué está pasando!.

Su hermano cayó desplomando en sus brazos, fallecido. Ella no podía parar de llorar, simplemente lo abrazaba con fuerza para no separarse de él.

De nuevo, Emma se encontró en la cabaña donde inició la prueba. Tirada de rodillas en el suelo, llena de sangre y con lágrimas en los ojos. La voz programada resonó en la habitación:

-Elegiste vida. Esa fue tu decisión. Por tanto, se te ha designado este juego. Un cordero no tiene valor ni fuerza, un cordero es débil frente a un león.

-¡Yo no soy débil! ¡Y lo pienso demostrar!- de una patada rompió la puerta del simulacro y salió disparada hacia Mike el veterano.

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