CAPÍTULO 55. Nuevo compañero

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La Subdirectora les entregó una pequeña bolsa con comida en su interior y unas cuantas provisiones de ropa como viejas y malolientes chaquetas, un par de botas estropeadas y una pequeña navaja.

-Sé que no es mucho, pero es todo lo que he podido encontrar. Utilizar la navaja como herramienta útil para vuestra supervivencia, no como arma. Antes de concluir, debo daros una serie de instrucciones. Regla número 1: Los entrenamientos se efectuarán en los gimnasios o serán por las noches en el bosque, en plena oscuridad estaremos más a salvo y evitaremos posibles sorpresas. Regla número 2: como bien dije antes, haremos guardias. Nos turnaremos por orden de habitación todas las noches con un horario para procurar estar todos descansados y seguros. Tercera y última regla: pediremos ayuda e intentaremos conseguir aliados de Kendratán para que formen parte de nuestro ejército. ¿Queda claro?.

Una vez acatadas las órdenes, los Aclaryels se fueron marchando con sus compañeros de habitación. Emma miró a Reigon, quien estaba a su lado.

-¿Sabes por casualidad en qué habitación dormimos?- preguntó ella con cierta alegría.

El chico observó de reojo a Emma, tomó la bolsa y sin pronunciar ni una sola palabra avanzó hacia delante dejándola a ella atrás.

-¡Disculpad mi eminencia!, ¡podrías ser educado y responderme al menos!- contestó indignada.- Eres un borde.

-No juzgues sin conocer. Deberías agradecerme que al menos te he salvado.

-¿Cómo dices?- intervino sorprendida.- Te di las gracias. En cualquier caso no pienso discutir. Estoy demasiado cansada para eso.

-A propósito, mi nombre es Reigon. Pero, prefiero que me llames Rem- el joven se volvió devolviéndole una sonrisa.

Cuando quiso darse cuenta estaba frente a la puerta de su habitación junto con Reigo, o mejor dicho, "Rem". Intentaron forcejear el pomo de la puerta el cuál se resistía a abrir, pero Rem no era tan paciente para ello así que de una patada la abrió y accedió a su interior.

En ella había cuatro literas, aunque claro está no iban a necesitar tantas. Tan sólo eran dos compartiendo cuarto.

-Me quedo con esta litera, ¿te parece bien?- preguntó el joven muchacho.

-Claro, yo me quedaré con esta. No hay problema.

Emma colocó su saco sobre el colchón y lo abrió para comprobar de nuevo qué había en su interior. Por alguna razón pensaba que iba a encontrar algo más. Cómo echaba de menos en aquel instante su cama, su pijama, su habitación y su casa. Aquel no era el Homeland que ella conocía, pero no le quedaba más remedio que afrontarlo. Aunque, iba a ser duro.

Ella se desvistió un poco, quedándose con una camiseta interior y unos pantalones cortos ajustados. Lo suficiente para no pasar frío en aquellas largas noches de otoño. Se arropó con la fina sábana de la cama y se dio media vuelta para dormir.

-¿Ya te vas a dormir?- comentó el joven Rem desde el otro extremo del cuarto mientras se desvestía.

-¿Qué propones entonces?- respondió incrédula.

-Conocernos un poco mejor.

De repente, todos los pensamientos de Emma se fueron a una única idea.

"Oh no, espero que no esté refiriéndose a eso"- pensaba para sí sonrojada y nerviosa.

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