Extrajo de su pequeña mochila el libro mágico que les permitiría teletransportarse tanto a Fitzgerald y sus secuaces junto con Emma y el misterioso maletín desde Kendratán hasta el planeta Tierra.
Antes de acceder a la página 26 del libro, echó un último vistazo rápido a sus amigos que allí se encontraban. La tristeza y la confusión inundaban sus rostros, aunque ellos sabían en el fondo de su corazón que Emma no tenía otra opción. No sabían que iba a ser de ella, si regresaría o si por el contrario no volverían a verla. La imagen de aquella amarga despedida quedó grabada en la retina de la joven, quien finalmente abrió su Dobrian mágico, pronunció las palabras "Planeta Tierra" y como si de una ola se tratase, un manto luminoso de pura luz brotó de éste absorbiendo los cuerpos de los Aclaryels presentes para llevarles al sitio correspondiente.
No tardaron mucho en llegar hasta el destino específico. Concretamente, la mansión de los Strauss. Cuando Emma abrió los ojos reconoció de inmediato aquel lugar. Ella ya había estado anteriormente en aquella vivienda, aunque fue en aquel sueño que el Árbol Sagrado le mostró como parte de la profecía.
Un enorme y lujoso salón amueblado con una dispuesta y larga mesa de comedor alumbrado por miles de destellos brillantes procedentes de los diamantes de las lámparas de araña que colgaban del techo. Todo era tan radiante y tan espectacular que no cabía en la comprensión de Emma cómo se respiraba tanta tranquilidad en una familia como aquella.
-Bien Emma, toma asiento y hablemos de negocios. Por favor- Fitzgerald retiró la silla hacia atrás e indicando con la mano en dirección hasta el mullido cojín que contenía.
La joven obedeció sin preámbulos sus órdenes cuando de detrás de sus espaldas apareció un robusto y fornido escolta de la familia, el cuál depositó bruscamente el maletín de Fitzgerald sobre la mesa del comedor. Lo abrió introduciendo un código y de él, extrajo un papel y bolígrafo. Lo que aparentaba ser una especie de contrato.
-Como verás querida- prosiguió- tú y yo no somos tan diferentes. Ambos buscamos la misma finalidad: hacer de ambos mundos un lugar mejor. Tanto el planeta Tierra como Kendratán. En problema es que tu método no resultará ser lo suficientemente eficaz como para lograrlo. En cambio, con mi ayuda y la de mis hijos Frederic y Jake, podrás cumplir ese objetivo tuyo además que convertirte en una auténtica Aclaryel Elemental.
Ella dirigió la mirada recta y firme hacia los ojos de su enemigo. La propuesta que le estaba ofreciendo no era otra que unirse a su bando y luchar contra sus propios amigos para así lograr que él pudiese convertirse en el máximo líder político y Aclaryel jamás conocido. Su ambición de poder era excesiva, le cegaba.
No pronunció palabra alguna, seguía a la espera de que Fitzgerald prosiguiera con aquella charla, para detallar más la información.
-Continuaré entonces- carraspeó su garganta para aclararla.-Querida ésta es tu última opción, te guste o no. Si no trabajas exclusivamente para mí, para mi causa, me veré en la obligación de cometer alguna acción terrible. Sabes de sobra que toda tu familia y seres queridos están actualmente en peligro, y sólo está en tus manos decidir que hacer o no con sus vidas. Si quieres salvarles, deberás unirte a nuestro equipo.- Fitzgerald deslizó el papel que contenía el maletín hasta acercarlo a la joven.
Se trataba de un contrato que Emma debería firmar. Un contrato en el que rechazaría toda su integridad por salvar vidas inocentes. No tenía más posibilidades: unirse a la causa o la muerte de lo más preciado para ella.
De repente, vino a su mente miles de imágenes de hermosos recuerdos vividos a lo largo de su vida junto con su familia: Marcus, su padre y madre, sus amigos como Curtis, Lucy... y Rem.
No, no podían morir. Eso sería demasiado para ella. Demasiado dolor. Por ello, no dudó ni un sólo instante en tomar un bolígrafo que el escolta le ofreció en mano y firmó el contrato, convirtiéndose así en un soldado y nuevo miembro de su peor enemigo.
-Sabia decisión, querida Emma.
-No vuelvas a llamarme querida- replicó entre lágrimas mientras le estrechaba la mano para cerrar el trato.- Tan sólo, prométeme que vivirán y no les ocurrirá nada malo. Les protegeréis. Júramelo Fitzgerald. He puesto precio a mi libertad por salvarles, cumple con tu palabra de honor.
Fitzgerald apretó con vigor la mano de la joven Aclaryel:
-Yo siempre cumplo mis promesas, querida.
ESTÁS LEYENDO
Elementos
FantasySINOPSIS "Nunca subestimes el poder del agua" En el día de su décimo octavo cumpleaños, Emma Stevenson recibe un regalo de su abuela un tanto peculiar. Su apariencia externa es un libro; pero en realidad es mucho más que eso. A partir de él, cambia...