CAPÍTULO 49. Corazones rotos

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Durante días, los jóvenes Aclaryels se reunían en aquella casa abandonada entrenándose en la clandestinidad, sin ser descubiertos. Algunos trabajaban la parte física mediante mucho ejercicio, otros sus poderes y elementos intentando no destruir lo poco que quedaba de vivienda. Muchos vigilaban desde la ventana para divisar la llegada de cualquier desconocido, o alguien que fuese sospechoso. Todo estaba perfectamente controlado.

Para Emma, por supuesto aquello no era de su agrado. Nunca estuvo a favor de la violencia, y mucho menos contraatacar usando la fuerza para ello. Pero debía hacerlo, si quería proteger a su familia, a sus amigos y a todo lo que ella amaba. Aunque, tuvo que ocultarle el secreto a sus padres por seguridad, puesto que ellos no estarían a favor.

Por ello, ella se dedicaba a otras cosas no tan agresivas, como por ejemplo hacerse cargo de los dos rehenes, ya que casi habían sido olvidados por la mayoría. No era un trabajo de su agrado, mucho menos tener que aguantar al estúpido de Jake Strauss, pero era preferible a lanzar lanzas por el aire o utilizar pistolas.

Emma llevaba un plato de sopa caliente que había robado de su casa la noche de antes, para alimentar a ambos. Tomó la cuchara y la aproximó a la boca del joven rubio. Sin embargo, este la retiró de un golpe con la cara tirándola al suelo.

-¿Tan mala te resulta esta sopa?- comentó sarcásticamente.

-No quiero comer.

-Me da igual si quieres o no. Come.

-¿Ahora vas a cuidar de mí, mamá?.

-Siempre me has parecido imbécil, pero hoy, te superas.

-Desde cuándo te preocupas por mí.

-Quien ha dicho que me preocupe por ti.

-Lo veo en tus ojos. Aún me sigues queriendo.

La joven soltó el plato en el suelo y se dio la vuelta para marcharse.

-¿Ya te vas?.

-¿Cómo tienes la cara de decirme eso después de todo, y delante de tu novia?. No tienes corazón Jake, nunca lo has tenido. Al menos no conmigo. Así que, te pido que me dejes en paz.

Olivia estaba en la otra parte de la habitación, así que no pudo escuchar la conversación.

-Ella es una buena chica, no te lo voy a negar. Pero no es como tú. Te he echado de menos.

Emma se aproximó a Jake propinándole una palmada en la cara.

-Definitivamente eres lo peor Jake. ¿Ahora me vienes con esas?. Ni se te ocurra jugar con mis sentimientos o saldrás perdiendo, chico de fuego. Te acordarás de este momento como pretendas volver a hacerme daño.

-Seré una llama eterna para ti. No podrás olvidarme.

Pero conforme salían aquellas palabras de su boca, sus ojos se volvían blancos rodando hacia atrás y cayendo inconsciente al suelo. La joven se apresuró a levantarlo e intentar despertarle. No reaccionaba. Exclamó pidiendo ayuda desesperada y con lágrimas en los ojos, no comprendía lo que estaba sucediendo. De pronto, observó que, bajo su camisa ligeramente subida hacia arriba, ocultaba algo. Emma se apresuró a desvestir al joven y apreciar una gran herida ulcerada que tenía en la espalda. Tan grande era, que le había provocado una severa infección y fiebre.

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