CAPÍTULO 23. El agua en su cauce

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No tenía sentido. ¿Cómo era posible?. ¿Su abuela poseía una Carta Magistral? ¿Por qué no se lo dijo en vida? ¿Qué significaba todo aquello? Sus últimas palabras, su magia, su poder. Todo se había desvanecido con ella y ahora, Emma no comprendía nada.

"Nadie escapará de las temibles garras de los profundos océanos, todos hundidos y ahogados en el fondo del mar".

La cuarta Carta era su elemento

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La cuarta Carta era su elemento. El Agua. Con su mensaje correspondiente en el dorso como las demás.

-¿Sabemos cuántas Cartas Magistrales hay, Curtis?-preguntó Emma a su amigo.

-No, sólo sé que es una colección. Aunque las más importantes son estas cuatro. Las que nosotros poseemos.

-Sin la Directora Rochesstter en Homeland, no podemos saber de quién son estas Cartas y qué quieren transmitirnos- concluyó Lucy.- Si tu abuela tenía esta Carta, imagino que sabría el motivo. ¿Crees que existe alguna pista más para acceder a esa información?.

-Lo dudo. Puede que mis padres sepan algo al respecto. Pero este asunto está muy reciente en mi familia ahora mismo y no sé si es el mejor momento.

-Cuanto más tardemos, más complicado será.

Cristine dio un codazo a Curtis tras lo que acababa de decir. Ella aún no estaba preparada.

-De todos modos, ¿cierto que ha desaparecido?. ¿Te lo dijo explícitamente Parker?.

-Es un rumor cada vez más extendido, y aunque ella me diese una excusa para no preguntar más, es demasiado sospechoso. Llevamos semanas sin verla por Homeland.

En ese instante, Alice entró furiosa dentro del pabellón de entrenamiento de Aquarium, dirigiéndose a gran velocidad hacia donde ellos estaban sentados.

-¡Tú! ¡Contigo quería yo hablar, imbécil!-exclamó a lo lejos.

-¿¡Alice!?- contestó el chico en un tono de sorpresa.

-Curtis, tú no te metas en esto. ¿Se puede saber por qué te entrometiste donde no te llamaban?.

-Alice, sobre eso, quería pedirte disculpas por que...

-¡Por tu culpa no pudieron tomarme en serio los veteranos! ¡Me humillaste!-interrumpió a Emma alzando la voz.

-Recibí una paliza por tí. Deberías al menos darme las gracias.

-Yo no te pedí que subieses allí arriba a defenderme. Soy mayor y sé lo que me hago. Y vas a pagar por ello.

-¿Me estás amenazando?-dijo la joven con un tono sarcástico.

-No me hagas enfurecer. Saldrías perdiendo.

-No me subestimes. Soy más fuerte de lo que crees.

Alice abofeteó con la palma de su mano el rostro de Emma, quien rápidamente reaccionó lanzándose sobre ella propiciándole tirones de pelo. Sus amigos se apresuraron para poder separarlas.

-¡Emma, basta! ¡Déjala, no merece la pena!- gritaba Cristine mientras la sostenía de un brazo con fuerza.

-¡Alice, suéltala! ¡Escúchame!-decía Lucy por otro lado quien con ayuda de Curtis la empujaban en sentido contrario para alejarla.

Entonces, la Subdirectora Parker que había escuchado ruidos desde el otro lado del pabellón, apareció agitada en aquel escenario de pelea.

-¡Qué está pasando aquí! ¡A la Directiva, ahora mismo!.

• • •

Ambas chicas salieron del despacho al mismo tiempo y sin mediar ninguna palabra, cada una tiró por su camino.

Emma caminaba cabizbaja con lágrimas en los ojos. Afortunadamente, ninguna de las dos serían expulsadas del campamento ni recibirían ningún castigo por lo ocurrido. Sin embargo, sí quedaron avisadas de que si volvía a suceder una segunda vez, habría represalias.

No estaba siendo nada fácil aquella situación para ella, así que decidió darse un respiro a sí misma y hacer una pequeña escapada a algún lugar tranquilo donde pensar y meditar con calma. La playa.

Dieron las 22:00h de la noche, por tanto al ser una hora permitida hasta que diesen las doce, pudo salir sin ningún impedimento. Notó que alguien la llamaba en ma distancia, pero no quiso escuchar. Ni siquiera giró la cabeza para comprobar quién podría ser. Simplemente quería marcharse por un rato.

Cuando llegó a la playa, notó como una pequeña liberación se escapaba de su interior. Soltó un profundo suspiro mientras dirigía su mirada hacia el cielo nocturno. Una fría ventisca apareció repentinamente rodeando su cuerpo, abrazándola. Las estrellas, aquella noche brillaban más que nunca. Blancas, radiantes, parpadeantes. Un espectáculo de luces alternas que iluminaban todo el océano.

En baja voz nostálgica, comenzó a cantar. Aunque no tuvo demasiada ocasión de continuar, pues de entre la maleza apareció Jake Strauss.

-Qué estás haciendo aquí, lárgate.

-Perdona, no quería interrumpir. Puedes continuar si lo deseas.

Secándose las lágrimas de sus ojos, ella quiso preguntarle:

-¿Qué tal el cumpleaños?. Espero que lo pasaseis bien.

-¿De verdad, quieres hablar sobre eso?.

Jake se sentó en la orilla del mar junto a ella, y sin previo aviso la abrazó.

-Jake, que estás...

-Shh, calla. No estropees el momento.

La agarró con más fuerza aún, y eso creó un inevitable llanto para Emma.

-Esa canción, es una nana que mi madre me cantaba para poder dormir cuando tenía pesadillas. Imagino, que para tí también debe ser muy especial. Podemos cantarla juntos, estoy seguro que tu abuela querrá escucharla.

Y en el silencio de la noche, bajo la luz de la luna y las estrellas, los dos jóvenes abrazados en la arena contemplan el inmenso mar reluciente mientras un ritmo melódico calmaba sus corazones.

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