CAPITULO X (parte 1)

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Violeta bajó del auto, y dio un bostezo nada digno de una dama mientras se estiraba con los brazos hacia arriba. Pasaban por poco las once de la mañana, y su noche no había sido exactamente buena.

Luego de la plática con David, sentía que el mundo se le estaba cayendo encima; la realidad de lo que pasaba entre ambos la superaba, y no importaba cuanto intentaba controlarse, su cuerpo tenía espasmos que reflejaban su deplorable estado mental. Lo peor es que tal como se lo había dicho Damon, sus sentimientos eran un catalizador para sus poderes; por lo que en medio de su dolor, el aire en su habitación comenzó a volverse denso de una manera nada natural, despertando con eso su pánico pues se estaba sofocando a sí misma.

No obstante, cuando el miedo estaba a punto de romperla en pedazos, una pequeña bola de fuego azul apareció frente a sus ojos; y lo único que se rompió, fue la oscuridad a su alrededor.

Bum bum. Bum bum.

Instantáneamente los latidos de su corazón regresaron a la normalidad, y el viento volvió a circular como oxígeno en sus pulmones, y no como gas venenoso. Si él estaba cerca, sentir temor de cualquier otra cosa parecía ridículo; y era una idea tan básica, que su cerebro lo reconocía como una ley de la naturaleza, que obligaba a su cuerpo a reaccionar en consecuencia.

Así que luego de eso fue extremadamente sencillo caer dormida; sin embargo, una cosa era dormir, y otra muy distinta descansar. Ella no estaba descansando demasiado. Pero todo eso quedó en segundo plano, cuando por el rabillo del ojo diviso un auto estacionándose a una distancia relativamente segura; sin poder evitarlo puso los ojos en blanco y resoplo.

Tener guardaespaldas era la cosa más rara del mundo, pero no pensaba poner remilgos al respecto después de todo lo que había pasado (y estaba, en presente); además, dado el lugar en el que se encontraba, la verdad es que la distancia que guardaban era casi milagrosa... literalmente. Por supuesto, si tomaba en cuenta con quien iba a reunirse, tenía bastante sentido.

Con un gesto desdeñoso, ignorando por completo a los agentes encubiertos para seguir con la tapadera de que eran desconocidos, Violeta se quitó los lentes de sol, y cruzó la calle para llegar a su destino. Honestamente, todavía no entendía muy bien porque todos habían accedido a reunirse justamente allí, en la Iglesia al lado del café, donde era terreno de inquisidores; pero como nunca antes tuvo que planear estrategias de guerra, decidió seguir con el plan y aprender. Necesitaba aprender.

Con el respeto que el dueño y el lugar le merecía, y siempre asombrada por la belleza del interior, la exorcista caminó por el pasillo con paso seguro hasta el altar; después miró a ambos lados en busca de la puerta que la llevaría a las oficinas traseras. Era increíble que la primera vez que terminó en ellas fue por causa de Luc; y francamente, jamás se hubiera imaginado como iban a resultar las cosas entre ambos... probablemente nadie lo hizo... estaba a punto de avanzar, cuando escuchó unos pasos acercándosele por detrás.

-Buenos días...

Violeta escuchó la voz, e hizo una mueca mirando de nuevo a su alrededor.

-¿De dónde salió?-. Preguntó. No lo había visto al entrar

-Estaba en el confesionario-. Joel tenía ese arraigado gesto suyo de seriedad; pero la presencia que daba, de alguna manera encajaba maravillosamente bien dentro de la iglesia. Parecía alguien en quien podías confiar tu vida, por lo tanto, tu alma... -Vamos, solo te esperábamos a ti...-. Le dijo tocando su hombro, para indicarle que lo siguiera

-¿De verdad? Permítame dudarlo-. No pudo evitar decir aquello entre dientes. Esa maldita costumbre de incluirla casi solo por compasión, le fastidiaba de sobremanera. Si era la principal afectada ¿Porque insistían en excluirla de todo?

ALMA MIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora