CAPITULO XVI (parte3)

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Empezando a notar el dolor en su en su pie, y el resto de su cuerpo, Violeta atravesó el escudo de su primer pilar. Le había sorprendido tanto como decepcionado, encontrar que en el hospital ya no había más recuerdos de su familia por ver; pero de nuevo, puso de lado ese deseo infantil para analizarlo más tarde, cuando tuviera tiempo y no estuviera tratando de parecer una líder, frente a un detective que había nacido con un maldito don de mando natural.

Eric estaba en medio de la trifulca ladrando órdenes de aquí a allá, en un tono que no era demasiado alto para ser un grito, pero si lo suficientemente severo para que todos obedecieran sin rechistar. Había tres coches de patrulla bloqueando el paso de la calle, dos ambulancias estacionadas cerca de la reja del hospital, y varios elementos movilizando a la gente para que terminaran de desocupar los edificios que sí estaban ocupados.

La súcubo estaba justo frente a las enormes puertas de entrada, con las manos en alto manteniendo en pie un escudo que impedía el acceso al interior; y que aunque ante ojos humanos era invisible, para aquellos que tuviesen habilidades sobrenaturales se mostraba en un rojo transparente. Mientras que a su espalda, el mismo oficial que había sido blanco de los instintos seductores poco desarrollados (por no decir nulos) de la exorcista, se mantenía como un halcón vigilante hacia lo que la demonio no podía ver por estar de espaldas, pero que seguramente era consciente de ello.

Sin Luc cerca, y contrario al poder que estaba emanando de si, Mirza era como un faro de luz en medio de la oscuridad; cosa que se confirmaba al ver cómo de alguna u otra forma, las personas miraban de vez en cuando en su dirección. Pero obviamente, eso a ella no le importaba en absoluto.

-Luces terrible...-. Espetó la pilar cuando la vio salir

Violeta se detuvo a su lado, el cansancio expandiéndose por su cuerpo, volviendo la gravedad un obstáculo difícil de sortear. Aunque no fueron las palabras las que la hicieron pararse, sino el tirón que sintió en su conexión; hasta hacía poco, había mantenido la línea entre ellas abierta, de tal manera que se apoyó en la actitud resuelta de la demonio para bloquear sus propios sentimientos humanos. El cómo lo lograba, todavía era un misterio para su mente consciente.

-Está herida...-.El oficial apenas y la noto, se acercó extendiendo las manos para ayudarla a mantenerse en pie; sin embargo, cuando estaba a punto de tocarla, su cara se contorsionó en una mueca de desagrado que hizo incluso a la exorcista retroceder. -Huele...-. Olfateo el aire a su alrededor. -Huele muy mal...-. Él literalmente olfateo el aire

Hubiese resultado absurdo que después de todo lo que acababa de pasar, le afectara algo tan vano como que le dijeran que olía mal; pero la cara que puso el policía fue tan, tan exagerada, e incluso tenía los ojos llorosos, que a Violeta se le subieron los colores al rostro.

No obstante, no tuvo tiempo para dar una réplica o entender bien que ocurría, porque justo en ese instante, unos brazos la levantaron en volada.

-No se mueva de su puesto oficial...-. Espetó Eric en un tono colmado de orden. -Y si nos haces el favor Mirza querida...-. Complemento sin modificar su timbre. -Tú también quédate en tu sitio

-Detective...-. Argumentó la exorcista comenzando a removerse, al tiempo que hacía inhalaciones exageradamente profundas tratando de detectar su mal olor. -Yo puedo caminar...

-Lo discutiremos después de que te revisen...

Él no se detuvo en su andar hasta la ambulancia. Una chica de los paramédicos se acercó al instante y comenzó a revisar a Violeta con ojo clínico, mientras ella todavía se sentía terriblemente incómoda por su aroma; lo curioso, es que ninguno de los presentes parecía notar lo que sea que hubiese hecho hasta llorar al Templario.

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