CAPÍTULO XXI (parte 1)

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Las tres semanas ocurrieron en relativa calma, a pesar de que Violeta podría jurar que eso era una vil mentira, pues entre los entrenamientos, la escuela, la planeación del viaje, y la tensión casi palpable entre ella David y Damon, no tuvo momento alguno de descanso.


El primer fin de semana la exorcista estuvo con los nervios de punta, esperando un ataque desde cualquier ángulo; pero lo más emocionante que ocurrió, fue el regreso de Susan, Luc y Mirza.

Luego de que Eric se marchara de regreso, la detective había terminado todo ese día internada en el hospital, tratando de que su cuerpo se reajustara no solo al poder opresivo por parte del ángel y el demonio a los que estuvo sometida, sino también al poco descanso que había tenido; 24 horas más tarde, cuando después de alegatos y amenazas injustificadas logró que le dieran el alta, se trasladó a casa de sus padres, donde se suponía se recuperaría tranquilamente.

No obstante, su estadía prolongada en aquella ciudad, se debía principalmente a que tanto ella como el semidemonio estaban tratando de investigar más respecto al asesinato de los padres de los hermanos Cábala; pues ahora con los sellos de Alicia liberados, era probable que más información estuviera circulando libremente a la vista de aquel que la solicitara.

En cuanto a las almas encerradas en las ruinas del psiquiátrico, Damon finalmente había puesto un sello que las mantenía ocultas de todos, excepto para él y Mika, por lo que la presencia de la súcubo ya no era necesaria, liberándola así de su tarea. Sin embargo, se mantuvieron atentos en los alrededores, seguros de que era un motín demasiado bueno para ser dejado atrás.

La segunda semana, Violeta logró mantener a raya sus nervios respecto al ángel y al demonio, luego de darse cuenta de que ambos parecían bastante dispuestos a evitarla, tanto como ella misma deseaba evitarlos.

Por un lado, con David no había más cosas que discutir; y aunque sus encuentros eran inevitables, sus conversaciones estaban limitadas a lo estrictamente necesario. La exorcista no mentiría fingiendo que eso no le rompía el corazón, pero su resolución no podría ser cambiada. Lo amaba demasiado para cortar sus alas.

En cuanto a Damon, por más vueltas que le daba, no lograba reunir el valor suficiente para preguntarle directamente acerca del pacto que había hecho con su madre, o de lo que pudo ocurrir con las almas de sus padres. Sabía que tarde o temprano deberían tener esa conversación; pero estaba haciendo su mayor esfuerzo en que resultara ser lo más tarde posible, no porque temiera de la respuesta, sino a lo que pasaría a pesar de esta.

Además, esos días les entregaron el resultado de los exámenes de ADN, confirmando lo que ya sabían, desviando así el interés en dicha dirección y en el plan para el viaje. Uno que al final dejó a todos satisfechos.

Finalmente, la tercer semana estuvo tan ocupada con sus trabajos y exámenes, que los únicos pensamientos que le dio al mundo sobrenatural fueron advertencias a no intervenir en sus estudios, y maldiciones juradas por haberla distraído durante tanto tiempo.

Tal vez era tonto que dicha preocupación afectará su modo de actuar tan radicalmente, pero aferrarse a esa normalidad era lo único que le hacía mantener a flote su cordura. El mundo tal como lo conocía había dejado de existir, y tales instantes eran un bálsamo de paz en su existencia. Lo mejor de todo, es que sus esfuerzos se vieron recompensados el último día de clases, cuando le entregaron las calificaciones.

Sin tomar en cuenta que todas las materias las había pasado con la nota mínima, Violeta salió disparada hacia su hermano cuando lo divisó caminando entre los edificios rumbo a la cafetería, y se colgó de su espalda en un abrazo poco ortodoxo.

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