CAPITULO XXI (parte 5)

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Respirando profundamente una, dos, tres veces, Violeta finalmente logró sonreír como si nada ocurriera. A decir verdad no estaba molesta por ver a Damon salir tan campante de la cabaña con el resto de sus amigos; le ponía un poquitín nerviosa cuando estaba cerca, sí, especialmente porque si a ella fue capaz de enterrarle una espada en el pecho ¿Qué podía hacerle a ellos? Pero no estaba enojada por su intromisión en ese instante, ni tampoco nerviosa como ocurría normalmente, solo... renuente a su presencia.

Verlo era entrar en un espantoso conflicto con su conciencia. Sin importar cuánto tratara de evitar lo que había logrado vislumbrar del pasado en el psiquiátrico, de una forma u otra terminaba por recordarlo, y miles de preguntas asaltaban su mente haciéndola sentir en una montaña rusa emocional muy, pero muy peligrosa.

Razón por la cual se había esmerado tan diligentemente en mantener su distancia las semanas anteriores. Prefería poner su atención en cómo esconderse, a tener que enfrentar la realidad; aunque no por miedo a él, porque su naturaleza estuvo clara desde el inicio y no podía molestarse ahora fingiéndose ingenua ante lo que era, un demonio cuyo nombre representaba una eternidad de depravación y pecado; sino temerosa de la conclusión a la que podía llegar a pesar de eso, y lo que podía significar.

Así que tratando de parecer normal, y no a punto de salir disparada a ordenarle a su tercer pilar que la volviera invisible entre sus sombras; sonrío mientras saludaba a sus amigos.

-Allí estás...-. Gritó Martha con demasiado entusiasmo para lucir casual. -Mira a quien nos encontramos ¿No es una increíble coincidencia?-. Preguntó señalando hacia Damon

La exorcista tuvo que contener las ganas de poner los ojos en blanco cuando vio al demonio estirarse en el porche de la cabaña, como gato a punto de saltar sobre sus presas. Si bien sus ojos estaban en ese azul eléctrico que imitaba el de sus llamas, el aura que irradiaba sencillamente chocaba contra la pureza de la nieve.

-¿No estás sorprendida?-. Yaneth se acercó a su amiga para saludarla, y le hizo un movimiento de cejas gracioso para evocar lo genial de la situación. Luis la acompañaba.

Eso hizo que la menor de los Cábala se cuestionara qué podría ocurrir si un día ellos se enteraban de lo que en realidad eran estos seres con los que convivían tan normalmente, o si de alguna manera terminaría por afectarles a la mente el truquito que les aplicaban de hacerlos olvidarlos o recordarlos a conveniencia; pero no tuvo mucho tiempo para meditar al respecto, porque Esteban la interrumpió.

-Qué hay...-. Un hola vago con un beso en la mejilla. -¿Y Daniel?-. Miró a su alrededor tratando de ubicarlo, y con especial interés en las dos cuatrimotos estacionadas

-Hola. No pudo venir...-. Se encogió de hombros suplicando verse natural. -Así que Luc me acompañó...-. Explicó señalando hacia donde su sombra parado a un lado de ella, imitando justo el sobrenombre que tenía. -Espero no haya ningún problema...

Su amigo siguió con la vista su señalamiento, y abrió los ojos con sorpresa cuando finalmente logró distinguir a Luc

-Creo que estoy ciego, no te había visto. Y no, claro que no hay problema...-. Luego su ceño se frunció como si por fin se diera cuenta de lo que se perdía. -¿Dijiste que Daniel no vino?

-¿Porque?-. Gritó Sofía, que venía más atrás

-La detective le recomendó que no saliera de la ciudad...

-Pensé que ya no era sospechoso...-.Liz dio un paso hacia ellos, y dio una sonrisa que delataba lo mucho que le costaba estar allí. -Hola Luc, que gusto vinieras...-. El rubor del frío cubrió el de su timidez con perfecta sincronización

ALMA MIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora