CAPÍTULO XIV (parte 5)

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Apenas habían cruzado cuando Violeta sintió un golpe en su estómago que la dejó sin aliento. Era como si hubiese chocado contra una columna de acero, y sus pulmones se vieran comprometidos a encogerse por el impacto; le costó al menos unos cuatro segundos lograr soltar un chillido, y otros cuatro para que se expandieran de nuevo a la vida.

-Pa...-. No podía expulsar las palabras completas, así que tuvo que tomar otra bocanada de aire antes de intentarlo de nuevo. -Pandora...-. Susurró moviendo su mano hasta la que le había sacado el oxígeno, y todavía le presionaba como si intentara perforarla

En cuanto la vampiresa sintió el contacto quitó algo de presión, pero no liberó su agarre. No se había dado cuenta de cuánta fuerza utilizó, porque el poder que las rodeaba la hizo perder su concentración. Aunque francamente, eso era preferible a haberla perdido a ella.

-¿Cuál es tu plan?...-. Dijo todavía sujetando la blusa de la exorcista, con la mirada fija en el frente. Solía jugar con la mente de las personas, pero ahora mismo parecía que con quien jugaban era ella... y no le gustaba

Todavía con la vista sobre sus pies, ya que no terminaba de recuperarse del golpe no intencional, Violeta inspiró tan profundo como pudo e intentó incorporarse. Supo que la magnitud de su daño fue accidental por la forma en que ocurrió (o eso esperaba); pero por su vida, no tenía idea de cómo hacía su hermano para seguir el ritmo con sus entrenamientos.

-Recuperar lo que es mío...-. Explicó finalmente enderezándose

La boca se le desencajo de su sitio, mientras sus ojos se dilataban sorprendidos ante la visión. En el corto tiempo que estuvo en el exterior, mirando hacia lo que sea que fuese en donde estaban, no pudo imaginar mucho respecto a que encontraría, ni tampoco le importó porque su objetivo era entrar y punto. Ahora que lo había logrado, ciertamente supo que nunca hubiera creído encontrar tal cosa.

De lo que se suponía era el hospital abandonado de su familia, solo quedaba un vago recuerdo de fondo, que servía más bien como un lienzo decadente en una obra de arte poco convencional y en tercera dimensión, capaz de sacar de sus sentidos al hombre más abstracto.

Si bien la propiedad en si era bastante grande, lo que se mostraba ante ellas estaba fuera de límites. En un extremo podías ver colinas, seguidas por una sala de hospital, que se fusionaba con un parque de atracciones, dividido por una pista de patinaje, que era la entrada de una casa, que estaba afuera de un cine... y así sucesivamente; no obstante, esos escenarios poco o nada le importaban a la exorcista, eran las personas que se paseaban por ellos, los que realmente la dejaron fuera de sí.

Nunca los había visto, y sus recuerdos estaban oscurecidos por un velo del cual la edad tenía mayor culpa; pero, los reconoció como si hubiese estado a su lado toda la vida. Eran esos pequeños detalles que conservaba su infantil memoria, los que le dieron la respuesta en automático.

Ojos azules irreales, iguales a los de un demonio poco convencional. Nunca, a parte de ellos dos, Violeta encontró una mirada tan electrizante como la de su padre o Damon. Y luego estaba su madre. Su cabello, sus ojos, su piel, eran exactamente iguales a los de ella; pero ese era todo su parecido, ya que sus rasgos físicos eran totalmente diferentes.

Aun así, eran sus padres. Lo sentía en el retumbar de su sangre, en los latidos de su corazón, en los poros de su piel... en cada aliento de vida que daba gracias a ellos.

-¿Más específicamente?...-. La voz de la vampiresa la sacó de su ensoñación. Tenía una postura alerta que delataba estaba lista para pelear, mientras que sus ojos vagaban de un lugar a otro analizando y catalogando lo que ocurría

ALMA MIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora