CAPITULO XII (parte 5)

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Daniel entró al estacionamiento del hotel exhalando un suspiro. El silencio en el que habían viajado hasta antes de que su hermana cuestionara al ángel respecto a sus miradas, fue relativamente soportable; pero luego de esa plática que lo dejó con la cabeza en una revolución, imaginando mil cosas respecto a que pudo haber estado haciendo por la noche con el demonio (no no no, no quería pensar en ello), y que el detective Morgan se la llevara; las cosas dentro del jeep se pusieron densas... por decirlo de una manera amable.

En teoría, quedarse solos los tres habría parecido una casualidad caída del cielo (a pesar de la ironía) porque tenían asuntos pendientes que tratar, que aunque no sabía cómo, estaba seguro que se relacionaban. Pero claro, cuando se trataba de obtener información de inmortales, las cosas nunca podían ser así de sencillas.

Tenían desde inicios de semana organizando un encuentro para aclarar las cosas, para hablar de eso que parecía conectarlos; sin embargo, una serie de detalles que llevaron a otros y otros, y así sucesivamente, se interpusieron todo el tiempo en su camino. Ahora que finalmente lo lograban, que tenían un rango aparente de una hora para aclarar las cosas, Mika no solo se encargó de estropear sus planes, sino que encima hizo estallar una tensión abrumadora dentro de lo que se suponía era un espacio cómodo para cinco personas, pero que ahora parecía la punta de un alfiler; lo único que tuvo que decir, con esa voz infantil que parecía no encajar en la antigüedad que transmitía, fue un simple: No es el lugar adecuado, concéntrate en el camino.

Si bien no especificó qué rayos significaba eso, dejó en claro que no serían temas fáciles a tratar; no es que no lo sospechara, pero tampoco había necesidad de ser tan catastróficamente directo, especialmente cuando minutos antes diera a entender que Violeta había hecho algo con Damon, y los ánimos estaban demasiado calientes.

Claro, todo eso era solo cosa suya, porque Pandora se limitó a seguir tan cayada como había estado, desde el incidente en que Violeta invocó el sello de Gabriel para ocultar su error en la universidad. Francamente él ni siquiera esperaba verla esa mañana, pensando que se iría por su cuenta; pues aunque no descuidaba su trabajo como su niñera (odiaba ese maldito término, pero ella no se cansaba de repetirlo), si había estado bastante aislada.

Así que ahora que finalmente entraban al hotel donde se hospedarían, el alivio inundaba su cuerpo. Momentáneamente. Que ninguno quisiera hablar en el camino, no significaba que no lo harían ahora; suficiente tenía con estarse muriendo de la curiosidad por lo que averiguaría Violeta, como para seguir aguantando más secretos... especialmente cuando era un Profeta, y podía averiguarlos por su cuenta.

Eso de ser un caballero a veces podía ser un fastidio, pero por lo menos le mantenía la consciencia tranquila.

Meditando seriamente cómo iniciaría de nuevo la conversación, sin terminar regañado por un ángel con apariencia de mocoso; estacionó el jeep en uno de los espacios marcados, y apagó el motor.

El hotel estaba en pleno centro de la ciudad, no era exactamente uno de cinco estrellas, pero tampoco se veía mal. Constaba de tres pisos, y era un lugar en que seguramente una familia de vacaciones optaría por quedarse; o al menos esa apariencia daba desde el exterior. Eric parecía querer tenerlos en lugares siempre llenos de gente, como precaución a los ataques; no es que eso les hubiese frenado demasiado a los inquisidores la noche de Halloween, pero igual respetaba al hombre por tratar.

Apenas estaba abriendo la puerta para bajar, cuando uno de los autos con oficiales se detuvo a su lado. En el instante en que entraron a la ciudad, la distancia que mantenían para la vigilancia se volvió prácticamente nula.

Unos segundos más tarde, ambos estaban frente a frente.

Él nunca se había considerado presuntuoso u orgulloso. Si, tenía una vena perfeccionista, que lo incitaba constantemente a retarse a sí mismo para hacer todo lo mejor que pudiese hacerlo; además, siempre sintió que era su obligación dar un buen ejemplo a su hermana...la brillante admiración con la que le miraba lo hacía sentirse como súper héroe, así que puede que eso influyera bastante. No obstante, con la llegada de lo sobrenatural a su vida, sentía que tenía que estar siempre probando su valía.

ALMA MIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora