CAPITULO XIII (parte 5)

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Violeta todavía sentía que el corazón se le quería salir del pecho, y miraba constantemente sobre su hombro, al cielo, a la derecha, a la izquierda, y al frente. Pronto estaría tan mareada como si hubiese subido a un carrusel. Pero, una cosa era escabullirse de detectives humanos en sus propias narices, con ayuda de su pilar semidemonio; y otra muy diferente, era mantener su presencia oculta a solo un par de metros de David y Damon.

Había estado a nada de que la vieran... las vieran... ese pensamiento le hizo lanzar de nuevo una mirada reprobatoria a la demonio.

Luego de que Mirza la llevara al centro de la ciudad, ambas habían estado investigando los sitios que junto con Luc y Joel, marcaron como posibles puntos estratégicos para que los vigilaran. Habían empezado por revisar la comandancia, lugar al que se suponía llegarían primero para revisar los archivos del caso de su familia.

La idea principal era bastante simple, ella utilizaría el encanto de su primer pilar para llamar la atención, mientras que la súcubo estaría acechando oculta para encontrar a sus enemigos. Sin embargo, no pudieron hacer gran cosa gracias a la extrema vigilancia que había por parte de los Templarios.

Eric Morgan no había estado jugando cuando les dijo que tenía todo fríamente calculado. Sellos listos para repeler demonios rodeaban la cuadra completa, y Violeta estaba segura que eso era solo la parte que ella y su primer pilar fueron capaces de distinguir; pero tampoco se quedarían a mirar por más. Si en un ataque directo serían o no capaces de resistir, era una pregunta que esperaba no tuviera que ser contestada.

La segunda parada fue en el hotel donde les reservaron el hospedaje. El panorama que encontró era bastante similar al anterior, sumando que los civiles y trabajadores estaban tan sueltos en su manera de andar, como lo haría cualquier soldado frente a su general. Definitivamente el detective tenía a su disposición demasiado personal... lo que en teoría le brindaba a ella incontables recursos.

Era una lástima que todavía no pudiera decir que confiaba plenamente en su lealtad.

Por último, y lo que le tenía en este insoportable estado de alerta mirando a todos lados, ambas se habían dirigido hasta el lugar en el que alguna vez estuvo la casa de su familia.

La última descendiente de Salomón no tenía recuerdos fijos de ese lugar. Con solo dos años, la bebé que una vez fue no tuvo oportunidad de crear memorias para su mente adulta; de vez en cuando ciertos aromas traían un sentimiento de añoranza a su piel; o los sueños le brindaban detalles que hubiesen sido demasiado llamativos para simplemente borrarlos. Por ejemplo, ese color azul en la mirada de su padre que era igual a ver dos zafiros bajo los rayos del sol... Damon se había encargado de traerlo a relucir en su presente. Pese a todo, no había mucho por lo que se sintiera unida a ese pedazo de tierra, salvo por la curiosidad innata de su procedencia.

Sin embargo, todas sus ganas de indagar dicha propiedad se cortaron abruptamente, cuando al aparecer a unos metros de esta, alcanzó a percibir a cierto ángel y demonio hablando en la plaza que ahora ocupaba el lugar.

Cual jugador de americano, Violeta se había lanzado contra su pilar en una tacleada magistral, para impulsarse hacia la relativa seguridad tras la pared de una de las casas vecinas. Obviamente Mirza la evitó, la sujetó, y las sacó de allí antes de ser descubiertas; pero no sin reírse silenciosamente por sus estúpidos movimientos.

-Si se hubieran dado cuenta que estuvimos allí, ya nos hubieran detenido...-. Espetó la súcubo bajándose levemente los lentes de sol que tenía, observando seductoramente a un hombre que caminaba por el otro lado de la calle

-Eso espero...-. Espetó Violeta repitiendo el movimiento circular de su cabeza. -Odiaría quedar como idiota al ser atrapada tan rápido...-. Le angustiaba de sobremanera que ese par, justamente, estuvieran hablando civilizadamente en tan específico lugar; pero su asedio contra Leo seguía ocupando el primer puesto en la lista de sus prioridades. Que la Arcángel Uriel le hubiera advertido, seguro no era cosa de nada...

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