CAPÍTULO XX (parte 6)

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Daniel terminó de arreglar sus cosas y salió al área de entrenamientos, para sentarse en unas bancas con vista a la salida acompañado por Esteban, quien lo miraba curioso por su estado. Se conocían desde hacía cuatro años, y nunca le había visto tan notoriamente enfermo; ni siquiera aquella vez que se estaba recuperando de una pulmonía, pero que todavía tuvo la valentía de presentarse para tomar los exámenes finales.

Aunque en aquella ocasión físicamente pudo haber estado en una condición peor que la actual, lo cierto es que mentalmente se sentía en el ánimo adecuado; lo que era todo lo contrario al presente, cuando su cabeza era un caos, y su pecho dolía a causa de la realidad que enfrentaba tanto de su pasado, como para el futuro.

La única cosa que parecía mantenerlo a flote, era el nombre que resonaba con cada latido de su corazón. Estela. Su madre se llamaba en realidad, Estela.

Estaba centrado en ese detalle que se había vuelto el centro de su vida en ese instante, cuando una patrulla manejada por el detective Morgan se detuvo frente a la puerta del dojo; y por primera vez desde que lo conoció, Daniel notó cuando se bajó, que toda esa impetuosa seguridad que tenía como segunda piel, parecía haberse evaporado dejando a un hombre que no terminaba de encajar cómodo en sus pasos.

-Oye ¿Seguro quieres quedarte solo con él?-. Esteban tomó su mochila del suelo al tiempo que rebuscaba en sus bolsillos por las llaves de su moto. La había comprado recientemente y era su nueva posesión más preciada, no solo porque le costó los ahorros de su vida, sino por la estampa que según él, le daba. -Odio sonar tan maternal al decir esto, pero de verdad, te ves mal amigo, me preocupas...-. Lo decía totalmente en serio. Podía no saber lo que estaba pasando realmente con los hermanos, pero adivinaba con los ojos cerrados que fuese lo que fuese, les estaba poniendo el mundo de cabeza, y ya llevaban demasiado resistiendo el golpe -¿Le avisaste a Violeta?-. Preguntó al final, notando que el detective estaba cada vez más cerca

-Está con Pandora...-. Técnicamente el dojo no estaba demasiado retirado de la cafetería, lo que les ponía en una situación cómoda para reunirse en ese punto. -Iré a encontrarla allí...

A su amigo se le pusieron los ojos como platos, y se volvió para verlo con tal rapidez, que su cuello hizo un sonido poco natural.

-¿Con Pandora?-. Hasta donde sabía, Violeta se ponía como gato erizado cada que la hermosa chica se acercaba a su hermano. Al verlo asentir, soltó un silbido divertido. -Bien pues, en ese caso, estaré atento para ver como llega a la escuela...-. Complemento sobandose las palmas de sus manos entre sí, con un gesto malévolamente travieso

Daniel no pudo evitar contagiarse un poco del entusiasmo, agarrando ese pequeño guiño como bote salvavidas en la tormenta que sobrellevaba. Sin embargo, no se dio cuenta que la conmoción en sus pensamientos le traicionaba de una forma inocente, pero certera.

-Eres un chismoso Esteban...

Una simple frase. Palabras que iban y venían sin mayor importancia, o que se repetían en distintas situaciones; pero que él acababa de escuchar de los labios de una niña que representó el motivo de su existencia... Y que aparentemente, todavía dejaban marca en en Eric.

La forma en que el rostro del detective se contorsionó al escucharlo decir aquello, hizo evidente el legado que los unía.

Quizás era lo predispuesto que venía, a pesar de la falta de evidencia tangente en el caso; o los enormes deseos por que al fin su interminable búsqueda hubiese llegado a un destino, donde si bien no fue el resultado que esperaba, por lo menos podría darle una conclusión; pero cualquiera que fuese el caso, los pulmones del detective se vaciaron de oxígeno, y el suelo bajo sus pies se volvió inestable al escuchar y ver a Daniel decir aquello.

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